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Periodismo literario (4)

“No hay literato que no tenga algo de periodista,
ni periodista que no tenga algo de literato.”
Ramón Pérez de Ayala

Es necesario preguntarse, tras el análisis de la primera entrada sobre este tema en este blog, sobre cuáles son las posibilidades que abarca o puede abarcar el periodismo literario. Para que sea más sencillo seguir los comentarios se han organizado en una lista numerada:

1. El título de esta entrada está basado en estas palabras del profesor Miguel Ángel Garrido Gallardo: La Retórica es un hecho espontáneo del que no se puede prescindir y, por lo tanto, hay que entrenarse en ella no para adquirir, activamente, un instrumento con el que violentar, sino, pasivamente, un procedimiento de discernimiento. Aunque no sea fácil guiar hasta ella, he aquí por donde, el ejercicio activo que supone la lectura literaria, que implica valorar en todos los aspectos, suma entre sus ventajas de actualidad servir de entrenamiento para ejercer la libertad.

2. En el territorio de la Retórica se estrechan los lazos entre el periodismo, el periodismo literario y la literatura. Los géneros del periodismo son los discursos retóricos de la actualidad. En palabras de Garrido Gallardo: He repetido muchas veces que la retórica funciona en dos pasos fundamentales: llamar la atención y conseguir la adhesión. Son dos pasos sucesivos, porque si no se logra el primero, es imposible alcanzar el segundo. Para el primero, la tradición ha inventariado una ingente suma de procedimientos que son las llamadas, grosso modo, figuras retóricas; en el segundo, está todo el campo de la
argumentación
.

La apertura filológica desde los géneros literarios hacia el periodismo es más evidente en este razonamiento del profesor Garrido: O sea, si no toda retórica es literatura, toda literatura es retórica y, como la retórica se concreta en el periodismo, éste [escrito en 2004] y la literatura tienen también un nervio en común; de ahí también se deduce lo fácil que resulta el nacimiento de géneros híbridos [periodismo literario, nuevo periodismo,etc.] como los que acabo de mencionar y dejar de lado hace un momento y, desde luego, la necesidad de integrar el discurso del periodismo entre los que componen el objeto de esa ampliación de los estudios filológicos que debe ser, bien entendido, el “estudio cultural”.

3. El periodismo literario es un hecho, una realidad, pero no es identificable de igual manera por todos los lectores ni tampoco por los críticos literarios. En determinadas zonas culturales estamos ante un macrogénero asentado o bien como un hecho narrativo aplicado tal y como sucede en el periodismo estadounidense o en el hispanoamericano.

El periodismo literario en Norteamérica se encuentra semánticamente consolidado como desig­nador, pero se refiere, esencialmente, a la no ficción creativa, al “nuevo periodismo” con algunos antecedentes en el siglo XIX y consecuentes en el siglo XX y XXI. Gay Talese tiene 92 años y escribió entre otras obras maestras Frank Sinatra está resfriado: Sinatra con catarro es Picasso sin colores o un Ferrari sin gasolina, sólo que peor. Porque los catarros corrientes roban a Sinatra esa joya que no se puede asegurar, su voz, y hieren en lo más vivo su confianza. No sólo afectan a su psique, sino que parecen provocar una especie de moquillo nasal psicosomático en las docenas de personas que lo rodean y trabajan para él, que beben con él y lo quieren y cuyo bienestar y estabilidad dependen de él. Un Sinatra acatarrado puede, salvando las distancias, enviar vibraciones a la industria del espectáculo y aún más lejos, casi como una enfermedad repentina de un presidente de los Estados Unidos puede sacudir la economía nacional.

También vale la pena recordar algún fragmento de Tom Wolfe, autor del inolvidable libro/antología El Nuevo Periodismo(1973). Este fragmento es de la introducción: Esa era una de las cosas que nunca se han contado en los libros sobre periodismo o en esas fraternales, descomedidas, resbaladizas, bañadas-en-alcohol recopilaciones de recuerdos sobre los días del periodismo y los hijos del siglo… esto es, las fantásticas sinuosidades de la competencia por situarse en el periodismo… Por ejemplo, en la mesa detrás de la mía en la oficina del Herald Tribune se sentaba Charles Portis. Portis era el prototipo del impertinente lacónico. En una ocasión, le llamaron para que tomase parte en un programa de televisión al estilo de Meet the Press con Malcolm X, y Malcom X cometió el error de largarles a los reporteros una pequeña conferencia sobre el tema de que no quería que nadie le llamase «Malcolm», porque no era el camarero de un vagón restaurante: ocurría que su nombre era «Malcolm X». Hacia el final del programa Malcom X estaba furioso. Se subía por las dichosas paredes insonorizadas. El prototipo del impertinente lacónico, Portis, le había estado llamando invariable y continuamente «Mr. X»… «Ahora, Mr. X, permítame preguntarle… ». El caso es que Portis tenía la mesa detrás de la mía. Más abajo, confinado en otro extremo de la sala en algo así como una celda de castigo, estaba Jimmy Breslin. Encima, a un lado, se sentaba Dick Schaap.

4. En Hispanoamérica, el concepto de periodismo literario (también “nuevo perio­dismo”) está ligado a novelistas periodistas o a periodistas que acaban escribiendo como escritores. Aunque este libro de Leila Guerriero supera las expectativas sobre el tema

5. El articulismo no aparece, con frecuencia, de forma explícita como integrado en el periodismo literario. Tras analizar tres antologías de artículos publicados concluimos lo siguiente :

  1. Que el término articulismo literario parece oponerse al de articulismo propiamente dicho. El designador articulismo literario se refiere exclusivamente a escritores que escriben o hablan a través de artículos en medios de difusión informativa.
  2. Para el profesor José Julio Perlado algunos géneros periodísticos como el articulismo se acercan a la literatura, pero no llega a aceptar de forma completa la expresión “periodismo literario” como designador. Aunque para definir el artículo se acerca citando a González Ruano: La pena es no poder escribir un libro sobre cada una de estas pequeñas cosas. En un artículo no cabe, en realidad, ese tema, tremendamente importante, de El recado de escribir.Y así es. A los no habituales del café y a la nueva generación de la estilográfica habrá pasado desapercibido este mundo, que encierra en sí el recado de escribir. El recado de escribir consta oficialmente de un tinterillo, generalmente con tapón de corcho; un manguille­ro con su pluma arañante y una carpeta de hule negro, donde alguna vez hay un papel secante, además de un pliego y un sobre. Los clientes postales piden al cerillero del café el recado entero. Cuando el parroquiano especifica que no quiere más que tintero y pluma se sobreentiende algo más de que lleva papel: se sobreentiende que es literato. Esta atroz realidad la intuye, en la primera vez que el hecho se produce, el cerillero y la confirma, ya que por su experiencia, el camarero, que sabe muy bien que el literato es su enemigo natural. Y también citando a Corpus Barga: En suma, a mi entender, la literatura se está refugiando en el artículo y los literatos de hoy son los cronistas. Ésta es nuestra enorme responsabilidad: que un género que suponíamos menor y que hemos ido aprendiendo y perfeccionando más en la necesidad que en la afición nos ha cogido el alma y el tuétano, y encontramos mejor representadas nuestras facultades en él que en otros sistemas de invención y de narración. (…) Esta­mos, sin habernos dado cuenta de ello, en la edad de oro del artículo, y no sé hasta qué punto un mal novelista o un comediógrafo mediocre, o un poeta de esos que escriben de oído y fórmula pueden continuar en el engaño de que ellos y no los otros representan la literatura, sobre todo en España.
  3. En el último de los libros analizados.,Articulismo español contemporáneo – Una antología-, a Pedro de Miguel (1956-2007) le resulta indiferente la de­nominación literatura periodística o periodismo literario. De Miguel se plantea, en primer lugar, lo que dicen los géneros literarios sobre el artículo y lo que dicen los géneros periodísticos. Los géneros literarios lo sitúan en un cajón de sastre junto a biografías, aforismos… de tal manera que no se hace justicia clasificatoria. Los géneros periodísticos que parten de la clásica división entre géneros informativos, de opinión, e interpretativos, tampoco. Generalmente en los manuales es incluido entre los géneros de opinión, como la editorial, la crítica… Ante la ambi­güedad de ambas clasificaciones se hace necesario una aproximación, mínimamente analítica, para ver la potencia del artículo: En cualquier caso, resulta clara la función del artículo dentro del periódico: reflejar una opinión personal sobre algún asunto, de actualidad o no, que enriquece el contenido informativo del diario y se separa, por la forma, el tono y la firma, de la opinión ‘oficial’ del propio periódico, expuesta en editoriales y sueltos. El articulista puede ser periodista, incluso de la propia redacción, pero más fre­cuentemente se trata de un colaborador externo, ligado al mundo del periodismo, de la literatura, de las artes o de las ciencias. Muchos escritores han hallado en los artículos de periódico una forma de expresar con inmediatez sus ideas y de ayudar a su economía, a la vez que se daban a conocer a mayor número de lectores. También encontramos entre las firmas actuales a académicos, intelectuales, artistas, políticos e ideólogos de las más diversas disciplinas. Han sido raros —aunque excelentes— los casos de articulistas dedicados por completo al oficio. En nuestro país, Julio Camba y Mariano de Cavia se han hecho un lugar en la historia de la literatura con su exclusiva dedicación al periodismo de opinión.
Julio Camba

Hasta aquí el análisis de esta entrada que será completada más adelante.

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