El “27”: Manuel Chaves Nogales (5)

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Periodismo literario (15)

Como otros muchos, Chaves Nogales se inició en la masonería durante la dictadura de Primo de Rivera. En 1927 adopta el seudónimo de Larra. Con la llegada de la República se sintió entusiasmado. Viaja en mayo con Lerroux, encargado de la política exterior en el primer gobierno republicano, a la Sociedad de Naciones en Ginebra. Chaves hizo un doble trabajo, informar e interpretar pero en diferentes páginas del periódico. Algo muy interesante que refleja su personalidad y profesionalidad y que vale la pena leer.

En el centro Lerroux que intentó situarse en el centro político durante la Segunda República.

Las crónicas de Chaves superan los análisis de los historiadores realizados después de muchos años. Andrés Trapiello lo refleja con lucidez: Hemos llegado a un punto en que las crónicas y reportajes de Chaves sobre algunos acontecimientos políticos relevantes de la República tienen tanto o más valor que los análisis de muchos políticos e historiadores. No hay mucho más que añadir a lo que Chaves cuenta. Él ha tomado el pulso a los acontecimientos, sobre todo en sus crónicas de Ahora. Desfilan por ellas los pistoleros, los comunistas y anarquistas resentidos, los agiotistas y gandules, los señoritos canallas, los gobernadores corruptos, los militares borrachos y tronados, los periodistas intoxicadores y voltarios, los demagogos y los reventadores profesionales de cualquier realidad. Es todo el ruedo ibérico el que se ha puesto en danza. También los hombres de buena voluntad, obreros e intelectuales, incapaces de interrumpir el siniestro goteo de muertos y desdichas en la trágica clepsidra española, tienen aquí su pequeño papel. Pero nada que hacer.

1931

            

               Con el segundo gobierno de la República hizo entrevistas a los miembros del gabinete. La Reforma Agraria fue uno de los primeros intentos legislativos del gobierno republicano. Chaves visita el campo andaluz y realiza cuatro reportajes con el título de “Con los braceros del campo andaluz”. Chaves- Nogales entiende enseguida que las esperanzas de los campesinos sin tierra  se van a unir a los ideales comunistas, anarquistas y revolucionarios en general.

1932

     Las publicaciones de este segundo año se tiñen poco a poco de  cierta desesperanza: anticlericalismo, revueltas sociales, inquietudes militares, etc…

                Chaves Nogales, amigo y simpatizante de Manuel Azaña, le apoya en el desarrollo del estado autonómico, comenzando con la autonomía catalana. Publica al mismo tiempo en Ahora algunos relatos como El hombre equívoco, pero los acontecimientos políticos le hacen dedicarse con intensidad a la labor periodística propiamente dicha.

                El motivo del asesinato del presidente de la República francesa, Doumer, por un emigrante ruso, le da pie a Chaves para recordar su conocimiento de la Rusia soviética. El tema apasionó y llenó las páginas de los periódicos y como muy bien recoge la profesora María Isabel Cintas, Chaves señala la cercanía con la situación española: Pensando en España, no es difícil imaginar que pudiera llegar a darse algo semejante; algo en que coincidieran elementos reaccionarios, frenéticos de rabia ante el fracaso de sus convicciones tradicionalistas, y fermentos anarquizantes, esos anarcosindicalistas de Andalucía que hoy combaten a la República.

El estatuto de Cataluña se firma en 1932.

Por último Chaves informa sobre la sublevación de SanJurjo. Desde Sevilla, escribe un interesante artículo “Pistoleritos flamencos y señoritos con rifle. El colapso de Sevilla”. En síntesis, la teoría de Chaves es clara: la República traía la esperanza al catalán pero como contrapunto, el colapso de Andalucía: “Con la República, Barcelona empieza a vivir; Sevilla ha empezado a morirse”.

La gran mayoría de artículos y crónicas del quinquenio republicano tienen una gran calidad periodística y literaria. El texto elegido pertenece a una serie que fue escrita acompañando como periodista a Niceto Alcalá-Zamora por diversas provincias de Levante, Baleares y Murcia. Chaves-Nogales todavía estaba ilusionado con la República. Los acontecimientos referidos supra le irán situando poco a poco en la decepción.

Niceto Alcalá- Zamora hablando con el general Francisco Franco.

[PATRIOTISMO REPUBLICANO]

1932

Todo lo bueno que hay en el mundo es para los ingleses. Mallorca ha empezado a ser para ellos. Dentro de unos años será el lugar de placer más codiciado del mundo. Como los ingleses tardan tanto en enterarse, han tardado un siglo, desde Chopin y Jorge Sand, en saber que aquí se estaba bien; pero desde hace ya algunos años esta mansa invasión de ingleses que se dedican al descubrimiento de Baleares es la señal inequívoca de que estamos en uno de los lugares privilegiados de la tierra. Este contacto con los ingleses no ha traído a las islas más que bienandanzas; primero, la libra esterlina; después, el confort; más tarde, las buenas maneras británicas; finalmente, el patriotismo y la españolidad. A pesar de ese reproche de nacionalismo, que, como el nacionalismo vasco, no es otra cosa que la enemiga al régimen republicano, se siente aquí el orgullo de ser español como no se siente en la Península. El patriotismo, virtud más que nada insular, no es la característica más acusada de los españoles. Nuestro patriotismo sólo se produce por contraste, como afirmación de una personalidad ante el mundo. El español no se acuerda de que lo es más que cuando siente un anhelo de universalidad, cuando empieza a comprender y los ama a todos los pueblos.

Mallorca fue la segunda ciudad española en proclamar la República.

Por esto, por insulares y por hallarse en contacto con los mejores patriotas del mundo, los ingleses, son patriotas los mallorquines. Su patriotismo privaba hoy en la castiza plaza de Cort, de Palma, bajo el tejaron artesonado de las Casas Consistoriales, con un diapasón más fuerte que el de todas las ciudades españolas que en este viaje presidencial llevamos recorridas. Hay que decirlo así. En ninguna parte se ha tributado al jefe del Estado republicano un recibimiento tan expresivo de la unanimidad del sentimiento español dentro de la República como éste que le han hecho hoy los mallorquines. Toda la España representativa y simbólica, las altas dignidades eclesiásticas, como las militares y las civiles, han hecho su reverencia ante el primer magistrado de la nación, mientras estallaban en el aire diáfano de la bahía los veinticinco zambombazos de honor y se cubrían de banderolas multicolores esos juguetitos primorosos e inútiles de la nación que son los buques de guerra. Todo este ritual que tradicionalmente era la representación práctica de lapatria había venido muy a menos. Aun los mismos que lo practicaban habían aprendido a desdeñarlo, tanto por lo que se prodigaba como porque en los últimos tiempos faltaba un personaje importantísimo en la liturgia: el pueblo. Sin él, el rito era una mascarada. Hoy el pueblo compacto, desordenado, arrollador y fuerte, ha recobrado su papel, y desde la bahía hasta el Ayuntamiento ha ido en procesión triunfal detrás del presidente de la República, restableciendo por primera vez bajo el nuevo régimen la respetabilidad y la grandiosidad de los símbolos del patriotismo. Todas aquellas ceremonias oficiales de la patria las hemos visto hoy por primera vez a una luz nueva, y hasta cuando los niños de las escuelas, como en tantas otras recepciones oficiales de la dictadura, agitaban incesantemente sus banderitas, no nos parecía como antes un espectáculo ridículo y grotesco. Era sencillamente porque detrás de los niños, que van donde les llevan y gritan lo que les dicen, había una masa de hombres que van donde quieren y gritan libérrimamente lo que les parece.

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