Calvo Charro, María. Orgullo de madre (Claves) . Ediciones Rialp, S.A..
En un marco narcisista y autorreferencial, la relación materno-filial no tiene cabida. La autorreferencialidad sólo conduce a la insignificancia,dice la profesora Calvo en la introducción de su ensayo. Como dice Scruton una sociedad que no es capaz de ayudar, de servir y de autosacrificarse por sus descendientes está condenada a desaparecer. El cambio que ha de dar nuestra sociedad no puede realizarse sino es de forma individual pero no en soledad. En palabras lúcidas de la profesora Calvo: Viviendo una maternidad propia, digna y transformadora, asumiendo su naturaleza y tomando las riendas de su destino de forma libre de toda presión ambiental, de los cánones de belleza y éxito establecidos, de las dificultades del ámbito laboral y profesional, libres de las insolentes pretensiones de aquellos que quieren rediseñarnos andróginos (lo que llevará al colapso del ecosistema humano) o de los que pretenden rescatarnos de la feminidad y la maternidad como si fueran tóxicas y nos hicieran débiles e inferiores al hombre. Pero esta misión se torna casi imposible si la mujer está sola. Todas estas cuestiones se reflejan en el primer capítulo del libro Feminismo y maternidad. Una relación incómoda. que ha producido un efecto pendular a través del cual de la mujer solo madre se ha pasado a la mujer no madre.
De tal manera que la mujer ha perdido su identidad al no poder responder al margen de los tópicos ¿Quién eres, mujer? ¿Cómo ser madre si no sé quién soy? No poder responder a estas cuestiones conduce a un vacío existencial que resbala por etapas hacia la infelicidad, la depresión y el suicidio. Narcisismo y relativismo son un cóctel que acaba destruyendo a los individuos: En consecuencia, no puedo amarme a mí misma ni, por lo tanto, respetarme. Como afirmaba Santo Tomás de Aquino, solo si me amo a mí mismo puedo resistir a lo que podría destruirme.
En realidad el proceso actual se desliza hacia una desnaturalización del ser humano: Se niega la existencia de un hombre y una mujer naturales. Se reniega de la biología. Se considera que el sexo no es constitutivo de la persona y que la alteridad sexual, fundamento antropológico esencial del ser humano, simplemente no existe.
En definitiva se trata de una liberación sexual que no lucha contra unas normas morales estrictas. Como consecuencia el asunto ha acabado rompiendo la heterosexualidad. No importa lo masculino o lo femenino. La identidad sexual se produce por una elección subjetiva. De que ha servido tanta lucha feminista si al final basta un sentimiento para que un hombre diga que se siente mujer: [del] solo madre se ha pasado a la mujer no madre..
La profesora Calvo afirma con rotundidad que muchas mujeres quieren ser madres pero sin conocer el significado de la entrega, del sacrificio, del olvido de uno mismo y del amor que conduce a la felicidad. Hay que profundizar en lo que significa la esencia de ser madre para poder encontrarse con la maternidad. De esta manera se están produciendo desviaciones de la maternidad, que llevan a confusiones como considerar que una mujer puede decidir todo sobre su poder de reproducción, incluso hasta eliminar al hijo no deseado: Pero la mujer no está diseñada para traer muerte al mundo, sino para traer vida. Sin embargo, la legislación y parte de la sociedad plantean el aborto como un privilegio propio de los países desarrollados; un avance feminista. […] Esto es una absoluta perversión. El aborto es maltrato y violencia contra la mujer. Es la expresión suprema del antifeminismo. Es nuestra destrucción como mujeres.
Otro tema, al que la profesora Calvo ha dedicado multitud de publicaciones, es la ausencia paterna y las consecuencias que tiene para los hijos [especialmente para los varones] una madre absorbente que en el fondo no quiere que su hijo crezca y sea libre: La simbiosis entre madre e hijo se convierte en ocasiones en un vínculo totalitario que termina por hacer verdaderamente imposible la experiencia de una relación materno-filial adecuada y equilibrada. [..] En estas circunstancias de simbiosis madre/hijo, “sofocante y antivital”, al padre le corresponde dotar al hijo de libertad frente a la posesión obsesiva de la madre. Liberar al hijo, dejarle ir, favorecer el desapego, regalarle la ausencia, puede convertirse en una tarea prácticamente imposible para aquellas madres que no tienen una relación de pareja satisfactoria y que encuentran en el hijo, si este es varón, al pequeño hombre que puede amarlas, admirarlas y hacer que se sientan indispensables. La masculinidad, dice más adelante María Calvo, se transmite de padres a hijos sin que tengan que darse hechos reseñables ni especiales. El padre, con la ayuda y reconocimiento de la madre, permite a los hijos varones situarse sexualmente. En la hipermodernidad la evaporación del padre provoca caos y neurosis social. Vivimos en un tiempo regido no por el signo de Edipo, sino por el de Telémaco, quien exige justicia: «En su tierra ya no hay ley, ya no hay respeto, ya no existe orden simbólico».
La sobreprotección materna acaba siendo maltrato. No prepara a los hijos para la supervivencia. Miran con miedo a su entorno sin poder encontrar lo apasionante y lo atractivo que hay en cada circunstancia de la realidad. Muchas madres se sienten incapacitadas para comprender que la felicidad no es sinónimo de bienestar, en nuestra sociedad occidental, el victimismo se ha convertido en un nuevo discurso feminista estandarizado. Ser mujer es ser víctima, sobre todo si se es madre. Ser víctima está de moda en el nuevo feminismo, porque esta postura es mucho más cómoda que mostrarse fuerte, independiente y estoica.[…] La víctima es el héroe de nuestro tiempo […] La maternidad tiene momentos difíciles, abrumadores, aburridos, agobiantes; pero lo mismo sucede en el trabajo. Hacer informes o subir datos a una plataforma no es necesariamente más liberador o emocionante que hacer una papilla o cambiar un pañal.
En definitiva la maternidad, en un principio, se manifiesta en una espera temporal de nueve meses que requiere paciencia, esperanza e ilusión. Todo lo contrario de lo que demanda la sociedad actual en un presentismo constante que no quiere interrupciones, ni quietud, ni paz. La maternidad, termina diciendo la profesora Calvo, es bella porque nos une a la trascendencia: La maternidad nos libera del individualismo autorreferencial y destructivo. Especialmente si la doctrina antimaternidad proviene de la esfera woke. Me ha recordado la receta que la madre de Hildegart Rodríguez -se acaba de estrenar una película sobre el tema- le daba a su hija: Freud para el sexo, Marx para el pensamiento y Nietzsche para el corazón.
He reproducido algunos textos de este ensayo ya que funcionan como iniciáticos para su lectura y también porque es difícil de expresar algunos de estos conceptos mejor que la profesora Calvo. El contenido es muy extenso al tiempo que breve, muy profundo al tiempo que sencillo. Leer este libro es una experiencia liberadora de las liberaciones. María Calvo (Madrid, 1967) es profesora de Derecho Administrativo en la Universidad Carlos III. Sus escritos, sus conferencias son un derroche de sabiduría bien escrita y bien hablada. Nunca defrauda. Lo digo por experiencia sobrada: conozco a María Calvo desde 1997 cuando empezó a investigar y a publicar sobre estos temas. Y acaba de recibir el premio Luchadores por la familia 2024 otorgado por la Plataforma per la familia-ONU.
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