“El hambre del alma es difícil de soportar, pero no hay otro remedio para la enfermedad”.

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Estas palabras son una de las reflexiones del filósofo coreano Byung-Chul Han, que, como es sabido, ha recibido el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025 por la brillantez de su pensamiento para interpretar los retos de la sociedad tecnológica. En agosto de este año, mi amigo José María Barrio Maestre, profesor de Filosofía de la Universidad Complutense, me envío un video de este pensador coreano-alemán que -partiendo de Simone Weil- realiza un retrato de nuestro tiempo -un mundo dominado por el rendimiento, el consumo y la hiperactividad- al tiempo que ofrece un remedio a los problemas más importantes: “redescubrir el vacío, el silencio, la atención y la trascendencia como formas de vida posibles y necesarias”, Realiza una unión de la sabiduría oriental y del pensamiento cristiano absolutamente prodigiosa.

Algunos libros anteriores se han referido al tema de Dios pero este último “Sobre Dios” lo hace de forma rotunda y explicita. Para Byung-Chul Han, Simone Weil es una de las figuras más brillantes del siglo XX. Establece un diálogo sobre siete conceptos claves en Weil: atención, descreación, vacío, silencio, belleza, dolor e inactividad frente a la pérdida de sentido y el colapso espiritual del mundo contemporáneo. La crisis no evita el dolor – tal y como dijo también Edith Stein- lo transforma y lo eleva.

Tomando como base la edición alemana del libro, Francisco Otamendi- ensayista y filósofo- realiza un resumen con frases textuales de varios aspectos:

30 ideas. La atención 

1) Hace algún tiempo, “Simone Weil (SW) se instaló en mí. Se ha acomodado en mi alma”.

2) (Weil) nunca lee sin estremecerse “la historia de la higuera estéril”. 

3) “La crisis actual de la religión no se debe simplemente a que ciertos contenidos de fe hayan perdido su validez” (…), o a que la Iglesia haya perdido toda confianza. Más bien hay razones estructurales (…)”. “Entre ellas se encuentra la decadencia de la atención”.

4) “La crisis de la religión es, por lo tanto, también una crisis de la atención, una crisis de la vista y del oído”.

5) “La percepción se ha vuelto extremadamente voraz. Carece de toda amplitud contemplativa. Come constantemente”.

6) “El consumo es su actitud básica. El ‘atracón de series’ (binge watching) expresa muy acertadamente su voracidad”.

7) “Solo el alma que ayuna puede mirar (…) La parte eterna del alma se alimenta del hambre”. 

8) “El hambre del alma es difícil de soportar, pero no hay otro remedio para la enfermedad”.

9) “La atención contemplativa es esencial para mirar”. Contemplar las cosas sin querer apropiarse de ellas. Quien es capaz de mirar se vacía”.

10) Según Simone Weil, es la imaginación la que, al servicio del yo, sueña constantemente con alimentos, sometiendo las cosas a las necesidades, deseos e intereses del yo. 

11) “La imaginación, como ‘gravedad’, ciega al alma ante la verdadera relación entre las cosas. (…). Impide que el alma se eleve hacia lo trascendente”..

12) La atención religiosa es ‘mirar’ y no ‘buscar’, no ‘aferrarse’. Quizás por eso juntamos las manos cuando rezamos.

La digitalización

13) “La digitalización acelera enormemente la disponibilidad total de la realidad. Nos acostumbra a que todo esté disponible, accesible, previsible y consumible de forma inmediata”.

14) Actitudes mentales como la espera o la paciencia, que ofrecerían acceso a lo inaccesible, caen en desuso.  

15) La información como estímulo fragmenta la atención. La atención profunda es resistente a los estímulos e incluso los rechaza. Se asemeja a una oración: ‘Con la plenitud de la atención solo se puede pensar en Dios’.

Distraídos

16) “Estamos constantemente distraídos. (…) Solo por la distracción constante, Dios nos ha abandonado: ‘Dios es atención sin distracción’. Si no estuviéramos distraídos, estaríamos con Dios». 

17) La sociedad adicta actual es “una sociedad sin atención. La percepción está controlada por la adicción y la dopamina. La adicción y la atención son fuerzas opuestas”. 

18) “Las redes sociales utilizan algoritmos adictivos para hacer a las personas dependientes, para controlarlas y dirigirlas. El smartphone es una máquina digital de adicción”.

19) “La atención profunda y contemplativa se dirige a lo duradero, a lo que permanece y perdura”.

20) Lo verdadero es lo duradero. El dominio de la información lo destruye al sumirnos en un torbellino permanente de actualidad. 

21) “Una característica esencial del bien es que no interrumpe la atención como oración. Solo hay un único criterio perfecto del bien y del mal: la oración interior ininterrumpida”.

El bien, el mal 

22) “El bien es indirecto, discreto, incluso tímido, mientras que el mal es intrusivo. El mal se comporta al revés. Nos seduce, nos vuelve adictos. Solo la atención puede repelerlo”.

23) “El bien une y reconcilia, mientras que el mal separa y divide. El mal es multifacético. El bien, por el contrario, se basa en la única verdad”.

24) Simone Weil supone que el mal o la violencia se deben a la falta de atención. Habría menos violencia en el mundo si fuéramos más capaces de prestar una atención similar a la oración.

25) El mundo entero se transforma en un mercado bullicioso donde todos todos gritan para captar la atención. El capitalismo no valora el silencio porque el ruido genera capital, el silencio no produce ganancias.

26) Simone Weil: no hay felicidad comparable al silencio interior, el espíritu necesita ese silencio para poder crear o recibir algo totalmente diferente.

Bombardeados por el ruido 

27) No podemos rezar con facilidad porque estamos constantemente bombardeados por el ruido de la información. Nuestros sentidos están en constante voracidad, siempre comiendo estímulos. 

28) El arte en su esencia más profunda es una experiencia religiosa. La belleza más elevada es en realidad un sacramento. 

La belleza

29) La belleza es una prueba de Dios mucho más sólida que los habituales argumentos basados en el orden del mundo. 

30) La belleza como encarnación de Dios espiritualiza también la ciencia transformando el estudio en una forma de oración. “El silencio que emana de una gran obra de arte es un eco del silencio divino”. 

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