Periodismo literario (13)
MANUEL CHAVES NOGALES (Sevilla 1897-Londres 1944 )
De escritor periodista a periodista escritor
En 2012 se publicó un estudio monográfico dedicado a Chaves Nogales. En la nota preliminar, los editores hacen constar que el libro hubiera sido algo insólito y extravagante si se hubiera publicado apenas veinte años antes. Veinte años antes Manuel Chaves Nogales era un completo desconocido para la historia de la literatura.
La recuperación de su figura comenzó en 1993 con la edición de la Obra narrativa completa a cargo de la doctora María Isabel Cintas junto con la publicación en 1994 de Las armas y las letras de Andrés Trapiello. La profesora Cintas continuó con la edición en tres volúmenes de la obra periodística.

Cuando le ofrecieron a María Isabel Cintas la posibilidad de hacer la tesis doctoral sobre Chaves Nogales, el catedrático que se lo propuso le sugirió varios libros emblemáticos por los que Chaves Nogales ya era un poco conocido. El doctor Reyes Cano le habló de un periodista que había escrito una biografía de Belmonte con el título Juan Belmonte, matador de toros; su vida y sus hazañas. También le recomendó una novela El maestro Juan Martínez que estaba allí, enmarcada en la revolución rusa y por último un libro sobre Sevilla, La ciudad. Sobre esta propuesta Isabel Cintas comenta: El doctor Reyes Cano me lo recomendó como literato, cantor crítico de las excelencias de Sevilla (La ciudad), biógrafo de Belmonte (Juan Belmonte, matador de toros) y curioso fabulador de la revolución rusa (El maestro Juan Martínez que estaba allí), vista por un bailaor de flamenco y por ello, cómo no, tópica o típica. Se trataba de deslindar lo que en él hubiera de literato, pero se ignoraba completamente por desconocida su labor de periodista o, al menos, no era el lugar, al tratarse de una tesis en Filología Hispánica y no en Periodismo. Pero mi primera lectura de Chaves, que fue el Belmonte, me deslumbró. Sí, había en él búsqueda de la belleza expresiva, había relato interesante… pero había mucho más. La manera de retratar los hechos, la visión documentada y crítica de los ambientes, la posición en los límites de los tópicos del relato para pasar a buscar ámbitos sociales, reflexiones, tomas de postura ante acontecimientos contemporáneos… Pensé: es un periodista, no se puede estudiar de otra manera, los moldes literarios no tienen aquí lugar.

Belmonte y El maestro Juan tienen un origen parecido, fueron concebidos como folletín a publicar semanalmente, como reportajes o como novelización de hechos reales. Ambos se publicaron en la revista Estampa y luego se publicaron como libro. Felipe Benítez Reyes comenta, con palabras agudísimas, sobre Chaves y su Belmonte: Manuel Chaves Nogales es una de esas figuras excepcionales de las que la cultura española se da el lujo de prescindir con tanta alegría como impunidad: nos sobran genios, así lo sean de temporada. Su obra lo sitúa entre los grandes del periodismo y entre los buenos de la literatura a secas, aunque no se le divise en ningún podio. Su obra, basada en la actualidad, en lo volandero y mudable, parece confirmar aquella paradoja difícil de Quevedo según la cual solo lo fugitivo permanece y dura. Con este libro sobre Juan Belmonte, Chaves Nogales dio una lección de literatura y una lección de periodismo: el periodismo que logra ascender al ámbito de la gran literatura. Porque no estamos ante un libro curioso, sino ante un libro prodigioso. Un libro que parte de unas anécdotas jugosas por sí mismas, desde luego, pero no olvidemos que el mérito literario de una anécdota no depende de la anécdota en sí, sino de cómo se cuente. Y Chaves Nogales supo contarnos la vida y las hazañas de Juan Belmonte, el Pasmo de Triana, aquel niño pobre que toreaba clandestinamente en pleno campo, desnudo, a la luz de la luna y de unos focos de acetileno que robó con su pandilla a un circo húngaro que estaba de paso por Sevilla.

Como dice Andrés Trapiello, en el corto espacio de tiempo, de apenas veinte años, Chaves pasó del desconocimiento a la notoriedad: Algo así no había ocurrido antes con ningún otro escritor, si no me falla la memoria, y ninguna historia de la literatura y del periodismo que se escribiera hoy podría no sólo no tener presente a Chaves, sino no ponerlo en lugar eminente.
La cuestión es que Chaves se había iniciado en el periodismo por vocación. La recibe de su padre que trabajó en periódicos sevillanos (Chaves nace en Sevilla en 1897) y también de su tío José Nogales director de El Liberal. Su llegada a Madrid fue la historia de muchos escritores y periodistas con buena pluma y cierta cultura como señala Antonio Espina: La vida de Madrid era entonces tan excitante para los jóvenes ambiciosos y de talento, que si estos lograban navegar hábilmente por aquellas aguas, con mucha frecuencia alborotadas, su arribo a los altos puestos de la administración y de la política era seguro. Uno de los medios más eficaces era el periodismo. A él acudían muchos jóvenes y no jóvenes procedentes de todas las provincias, de todas las profesiones y de todas las ideologías, deseosos de conquistar Madrid. […]La libre concurrencia en el ejercicio periodístico originaba una selección verdadera que daba por resultado una Prensa viva, variada y relativamente bien escrita […] La escuela de periodismo única posible en los regímenes liberales de entonces y de ahora era la de la vida misma conjugada con el autodidactismo y la cultura.

Ana Pérez Ruiz, en 1924. Tuvieron cuatro hijos.
Manuel Chaves fue un gran periodista, un gran periodista literario y un gran escritor. Escribió relatos, crónicas, artículos, reportajes, entrevistas (desde reyes, toreros, exiliados y hasta políticos…). Todos los acontecimientos importantes de su circunstancia histórica los vivió intensamente. Informó y opinó sobre ellos. Su amplia cosmovisión le impulsó a conocer profundamente también el palpitante contexto europeo: Francia, Alemania, Italia y Rusia. Como precisa la profesora Cintas: Dos temas destacan en el amplio abanico de intereses informativos de Manuel Chaves Nogales, que son, en definitiva, las dos grandes fuerzas motrices de gran parte de las conmociones sufridas por Europa en la primera mitad del siglo XX: la revolución rusa y la presencia simultánea en el panorama europeo del nazismo y el fascismo, que el periodista veía como expresión de un mismo talante antidemocrático, tendencias de signo opuesto pero hijas de un mismo sentir totalitario, implacable y destructor. Pero esto presentido, analizado y desmenuzado en rotundos reportajes, crónicas, columnas y artículos publicados entre algo más de dos décadas (los años veinte y treinta) y en el momento en que los hechos ocurrían, no deja de tener un mérito digno de atención. Chaves Nogales fue un periodista que quiso informar con la mayor ecuanimidad, sin dejarse arrastrar por extremismos. Estuvo en la línea de lo que definieron Gide y Malraux respecto a la literatura comprometida en el Primer Congreso Internacional en defensa de la Cultura (París, junio de 1935): intento de superación de extremismos ideológicos en la labor de transmisor de la cultura y la información que tiene el intelectual. Y dentro, igualmente, del “profundo apetito de entendimiento” que advirtió María Zambrano en los intelectuales republicanos en su libro Los intelectuales en el drama de España, publicado en México en 1937.
Podemos agrupar sus colaboraciones periodísticas de estos años en los siguientes géneros: entrevistas, reportajes y crónicas. La actividad periodístico-literaria durante los cinco años de la República es enorme.

Al ser un profesional del periodismo su firma aparece con mucha frecuencia en la prensa. El paso decisivo como profesional se realiza cuando le nombran subdirector del exitoso, moderno y republicano diario Ahora. Con la dirección de Chaves, Ahora buscó la colaboración de firmas de prestigio, esencialmente escritores del 98 y de la edad de plata novecentista. Profundiza en el tema Jesús de Juana López: Como es fácilmente comprensible,[se refiere al pago de las colaboraciones en periódicos y revistas] no eran uniformes en todas las empresas, y Ahora y Estampa, bajo la presión constante de Chaves Nogales y Sánchez Ocaña, alcanzaron niveles salariales bastante respetables. El subdirector del diario, Chaves Nogales, ganaba 2500 pesetas mensuales más los reportajes, con los viajes y estancias que estos reportaban totalmente pagados por la empresa. Las novelas cortas se pagaban a unas 200 pesetas; a Pío Baroja, Unamuno o Madariaga llegaron a abonárseles hasta 500 pesetas por artículo.

Es momento de disfrutar de las páginas periodísticas de Chaves Nogales. Distinguimos una primera etapa en la que empieza a publicar en periódicos andaluces. En Madrid alcanza su consagración como periodista -segunda etapa-.

La tercera se desarrolla de forma intensa en el quinquenio republicano. Después la guerra civil. Y, por último, los escritos en el exilio que, por cierto, son apasionantes como los agrupados bajo el título de La agonía de Francia (Montevideo 1941) . En sucesivas entradas se reproducirán algunas páginas representativas.
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