Fernández-Miranda, Juan. Objetivo: Democracia: Crónica del proceso político que transformó España. Espasa. Premio Espasa 2024.
El objetivo de este libro es relatar los diecinueve meses que cambiaron la historia de España, los que transcurren entre el 20 de noviembre de 1975 y el 15 de junio de 1977. Tras la muerte de Franco, el triángulo virtuoso que formaron don Juan Carlos I, Torcuato Fernández-Miranda y Adolfo Suárez, apoyados en el empuje de una sociedad española que ya se había sobrepuesto a las penurias de la posguerra, hizo posible que los fundamentos de la política pudieran dar un giro de ciento ochenta grados y que del régimen franquista se pasara con éxito, aunque no sin dificultad, a un sistema democrático que aún perdura y ha sido ejemplo de evolución para todo el mundo.
El desencanto democrático se puede producir por muchas razones, pero quizás la más importante se manifiesta cuando los organismos previstos para controlar la corrupción política no lo hacen. El desencanto y la corrupción se desarrollan a la par. Para evitar estos sentimientos recomiendo leer el ensayo de Juan Fernández-Miranda (Madrid,1979). El autor es adjunto a la dirección de ABC y también colabora en programas políticos de radio y televisión. Ha escrito una biografía sobre su tío Torcuato Fernández-Miranda y dos libros en colaboración Don Juan contra Franco, con García Calero y El Jefe de los espías con Javier Chicote.
Este libro se plantea un relato reflexivo de un periodo apasionante y decisivo para la historia reciente de España. Cuando muere Franco en 1975, se abrieron tres caminos posibles para que el entonces Rey Juan Carlos I pudiera afrontar su reinado y el futuro de España. Por un lado, el continuismo del franquismo sin Franco. En segundo lugar, la ruptura con elecciones constituyentes o bien una tercera, la transición que había sido aconsejada por su profesor y amigo Torcuato Fernández- Miranda. El libro va por la segunda edición y de imprescindible lectura. Para abrir boca, nos situamos en uno de los primeros pasos de este relato histórico. Estamos en el capítulo 13 que se titula el primer nombramiento. Franco ha sido enterrado y se ha celebrado el primer consejo de ministros el 25 de noviembre. ¿Qué va a hacer Juan Carlos I? Dos nombramientos planean sobre estos primeros pasos: la presidencia del Gobierno y la presidencia de la Cortes. Alejandro Rodríguez Valcárcel es el presidente de las Cortes y Arias Navarro el presidente del Gobierno. El final del mandato de Valcárcel termina el 26 de noviembre ¿Qué hacer? : Es, como ha demostrado en los últimos días, un hombre leal a Franco, y que él no haya dicho nada al respecto de su renovación es la mejor evidencia de que tiene intención de seguir en un cargo que ocupa desde hace seis años. No obstante, su estado de salud no es el mejor. Cuando todavía el Rey era príncipe, Franco estaba ya muy mal, le ofrece a Torcuato la presidencia del Gobierno o en su caso la presidencia de las Cortes: En aquel momento, Torcuato, hombre reflexivo donde los haya, ya había estudiado todas las posibilidades para poder llevar a cabo los planes democratizadores del rey, planes que él conocía desde hacía lustros. La respuesta fue tan dolorosa como honesta: —Señor, el hombre político que soy quiere ser presidente del Gobierno, pero le seré más útil en la Presidencia de las Cortes. Esta decisión era la clave. Fernández-Miranda , como dice el autor, era un experto en la legislación franquista y en las democracias liberales. En sus clases en Oviedo y en la Universidad Central les había explicado a los alumnos las diferencias entre los protagonista de la guerra fría: Estados Unidos y la Unión Soviética.
Fernández-Miranda había sido en 1969 secretario general del Movimiento y como consecuencia había conocido a todos los que constituían la arquitectura jurídica franquista y a la clase política, el profesor del rey contaba con toda la información necesaria para elaborar un plan de desmontaje legal del régimen: sin vacíos de poder, sin sobresaltos y, en una excepción histórica, sin violencia. Por eso le dijo al rey que era más importante estar en las Cortes, la institución que aprueba las leyes y que (en democracia) legitima la acción del Gobierno.
Como consecuencia la reforma necesitaba partir de las Cortes para legitimar el proceso democrático. El asunto no fue fácil ya que Rodríguez Valcárcel tenía toda la intención de continuar en su puesto. Luego había que contar con el Consejo del Reino, presidido también por Rodríguez Valcárcel, que había de entregar una terna al Rey para que eligiera: Pero, con don Juan Carlos en la Zarzuela, ¿iban los consejeros del Reino a someterse con tanta facilidad a su autoridad? La respuesta es no.
Según relata el autor desde 1973 se repetía como una mandato sombrío “cualquiera menos Torcuato”. Enfrente estaba esencialmente el instructor militar de Don Juan Carlos, Alfonso Armada que, según cuenta el propio Torcuato, siempre jugó un papel sucio frente a él, políticamente hablando. Los consejeros de Don Juan Carlos, Armada y el Marqués de Mondéjar, le hablan de Torcuato como sucesor de Arias Navarro, entonces Presidente del Gobierno. Nada fácil como se puede comprobar. Torcuato le propone al Rey confirmar en su puesto a Arias Navarro y simultáneamente nombrarlo presidente de las Cortes: operación muy complicada. Otro movimiento se producía junto con el de Armada, la operación Lolita. Ambas operaciones eran coincidentes en el mantra “cualquiera menos Torcuato”. Antes estas dificultades Torcuato le dice al Rey: —No me gusta… Señor, si tanto hay en contra, debéis pensar en otro. —¿Quién? No veo a otro —responde el rey sin ocultar su irritación. Y añade—: Ven a verme a las ocho y media de la tarde. El Rey decide un movimiento que desbarata las dos operaciones, Armada y Lolita. En primer lugar confirma a Arias Navarro en su puesto y le pide sustituir a Rodríguez Valcárcel como presidente de las Cortes. Valcárcel presenta su dimisión por carta al Consejo del Reino. El siguiente paso consiste en que la terna que tiene presentar el Consejo del Reino al Rey incluya a Torcuato. La ayuda de Arias Navarro fue clave: ¿Realmente está decidido el presidente del Gobierno de Franco a desgastarse para beneficiar a su principal adversario político? Parece que su entusiasmo con la ratificación en el cargo es tal que está dispuesto a todo. Pero…
Rodríguez Valcárcel en la carta es ambiguo, incluso cabe entender que intenta permanecer en el cargo. Arias por su parte en la víspera de la votación aconseja no votar a Torcuato. ¿Qué hacer? El Rey cita al presidente del Consejo de Estado Antonio María de Oriol y Urquijo y a José Antonio Girón (autor del llamado gironazo contrario al espíritu aperturista del 12 de febrero propuesto por Arias). El rey convence a Girón: Arias sigue pero con Torcuato de presidente en las Cortes.
Así llegó el 1 de diciembre y comenzó la sesión a las 16:30h. Duró siete horas. Gracias a Girón -que quiere ser fiel al Rey- es incluido en la terna Torcuato. Reproducimos dos comunicaciones que recibe Torcuato al terminar la sesión. Una es de Oriol diciendo que todo ha ido bien. La segunda, bastante sorprendente, es de Girón: —Debe seguir Arias. Lo contrario sería borbonismo muy grave —le dice Girón a Torcuato en su casa a la mañana siguiente—. El rey no puede actuar como Franco. En Carlos Arias no hay un átomo de bien, pero ahora debe seguir. Conviene considerar que toda esta jugada de alta política fue tan solo once días después de su proclamación como Rey.
El resto del libro es igual de apasionante hasta llegar hasta las primeras elecciones libres. El papel de Torcuato está lleno de sorpresas y de espíritu de servicio. La gran mayoría son poco conocidas y dan cuenta de su increíble capacidad política. Por ejemplo. ¿Cómo fue el harakiri de las Cortes franquistas? Un relato insuperable. Se necesitaban 332 votos a favor pero fueron 425. ¿Cómo se pudo conseguir? Para saberlo hay que leer este libro. Los españoles tenemos mucho que agradecer a Torcuato por el papel que jugó con lealtad, generosidad e inteligencia.
En la lectura de este libro he sentido el mismo aire de ilusión y de libertad democrática que se respiraba en aquellos años. En este caso, en 2024 necesitamos repasar la historia pero para poder repetirla. Me vienen a la memoria también, por si acaso, estas sabias palabras de Amando de Miguel: La defensa práctica de la democracia reposa en la confianza de que los Gobiernos no son corruptos, prevaricadores, sometidos a los grupos de presión o las distintas mafias. Es un ideal ramplón. Un sistema político no puede alterar mucho la naturaleza humana, la tradición histórica. Tampoco equivale la democracia al mejor de los mundos; simplemente, consiste en una serie de convenciones para lograr un cambio pacífico en los equipos que van a gobernar el país. No parece una gran cosa, pero resulta toda una hazaña.
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