Barrio Maestre, José María. De qué va la ética. Lo específico de la moral Ediciones Rialp, S.A.
El tema se complica si no somos capaces de responder a la pregunta que plantea el profesor Barrio Maestre: DE QUÉ VA LA ÉTICA. Las acciones o las inacciones afectan a nuestro entorno y desdibujan poco a poco el tejido cultural y moral que nos rodea. La ética debe guiar las acciones. Pero si no es así la sociedad se descompone y se polariza. Sin ética nadie puede confiar en nadie. No cabe esperar que un trabajo esté con todo rigor bien realizado y planteado. Ni es posible tampoco fiarse de las intenciones informativas de lo que diariamente se lee, se oye y se ve. Sin ética solo hay manipulación, bloqueo, dictadura, odio, enfrentamiento e incoherencia. No importa, por supuesto, que lo que se afirma con rotundidad esté negando la evidencia. No hay mentira porque no hay verdad para el que actúa sin principios éticos. Por ello, la ética es fundamental en la vida y en sociedad. Es el sustrato necesario para establecer la base de la confianza, la cooperación y la armonía entre los individuos.
Dentro de esta ambientación social, y parafraseando a Antonio Machado, es muy difícil no bajar cuando todo está bajando. Aquí está el punto central y esencial del problema: que nuestras acciones no secundan nuestros principios éticos. Es un proceso más o menos lento. Se empieza poco a poco a no tener conciencia de que nos vamos desviando de la raíz de nuestros pensamientos originarios. Cometemos una acción desleal, incoherente con la ética y luego otra más. Perdemos la conciencia crítica de nuestra realidad. Los principios morales se van adaptando lentamente, incluso se justifican. Se acaba pensando como los demás piensan y actúan. La mentira no importa: es un matiz, una opinión. Las acciones se adaptan progresivamente a la realidad social. Se empieza a pensar como se vive. Se van desdibujando los principios éticos que deberían regir la actuación: ¡todos lo hacen! Se olvida este principio aristotélico tan sabio como evidente: “para saber lo que hay que hacer es menester hacer lo que se quiere saber”.
Para evitar este deterioro hay que recuperar el concepto de ética junto con la aceptación de sus directrices. Entenderla y asumirla con el fin de actuar según nuestros planteamientos libremente asumidos. El profesor Barrio recoge estas interesantes palabras de Ortega y Gasset: A diferencia, pues, de todo lo demás, el hombre, al existir, tiene que hacerse su existencia, tiene que resolver el problema práctico de realizar el programa en que, por lo pronto, consiste. De ahí que nuestra vida sea pura tarea e inexorable quehacer. La vida de cada uno de nosotros es algo que no nos es dado hecho, regalado, sino algo que hay que hacer. La vida da mucho quehacer. El libro se desarrolla en dos partes que presentan una dualidad semántica imprescindible para entender la cuestión. La primera parte analiza la especificidad de lo moral y la segunda la especificidad moral. La especificidad de lo moral consiste en encontrar una respuesta para considerar la ética como “un lugar” y no como algo utópico e inalcanzable: En otros términos, ¿cómo se inserta lo moral en este mundo? ¿Cabe en él lo bueno y lo debido? ¿Qué lugar concretamente ocupa en el mundo humano? ¿Cómo lo caracteriza y matiza? Por otro lado, ¿podemos tener acceso a esa realidad de lo moral? En su caso, ¿qué tipo de acceso: racional, empírico, emocional…? ¿Cabe hacer evaluaciones morales? Y en su caso, ¿a qué estarían dirigidas: a las acciones o a los actores? ¿Qué legitimidad pueden reclamar los juicios de valor moral? El profesor Barrio plantea las respuestas a estas preguntas en cuatro aspectos: SABER VIVIR; NÚCLEO DEL SABER PRÁCTICO;LA FRACTURA DEL BIEN HUMANO y ¿QUÉ ES, CABALMENTE, LA ÉTICA? Este último apartado es una apasionante sucesión de razonamientos contrapuestos. Por ejemplo, una ética subjetiva produce cuestiones tan insólitas -la realidad española actual es pródiga para poner ejemplos del tema pero vamos a evitarlo- como: Todo juicio de valor se limita a trasladar el estado emocional de quien lo enuncia; tan solo revela los gustos de quien lo enuncia; por ejemplo, decir que el asesinato es malo equivaldría a decir que no me gusta, igual que no me gusta el helado de limón, o que prefiero el de chocolate […] Ese sector restringido de la realidad del que se ocupa la ética —la moralidad de la conducta humana libre— no tiene color, ni sabor, ni olor; carece de masa, volumen, dureza o maleabilidad. Puede tener belleza o atractivo.
En la segunda parte Barrio se introduce en un terreno oscuro pero que es necesario acotar para entenderlo, el criterio moral: El acceso inmediato e intuitivo que los humanos tenemos al orden moral contrasta abiertamente con las dificultades que encontramos a la hora de reflexionar sobre él, de tematizarlo y teorizarlo. Por último, ¿qué papel tiene la libertad en el orden moral? Parece que alguno ha de tener, y no pequeño, pues el componente ético de la existencia humana tiene mucho de reto, y de drama con final abierto, y sin duda esto atañe a nuestra libertad. Se dice en la Biblia que «Dios hizo al hombre desde el principio y lo dejó en manos de su albedrío» (Eclo 15,14). «Terrible faena», que diría Ortega, es eso de hacerme ser lo que soy en lo que mi propia biografía tiene de más crucial.
Finalmente, una vez establecidas las claves de la existencia de la ética desde todos los puntos de vista y como guía de los principios morales, el libro termina con la siguiente afirmación: la virtud libera lastre porque es un hábito que nos dispone a elegir bien. En este epílogo entre otras cuestiones se afirman también algunos conceptos esenciales como el que sigue: Cabría añadir que la objetivación materialista de la realidad, o bien su reducción economicista a los parámetros del valor dinerario —a la valoración que de ella se hace en el mercado, de acuerdo con la oferta y la demanda— acaba igualmente “objetivando” a quien la hace, es decir, termina por volver objeto al sujeto (el hombre-objeto, la mujer-objeto).
Todas estas reflexiones nos han situado en posición para actuar, para ayudar y para amar: Pues bien, ese orden de la caridad (ordo amoris) tan solo es posible por la virtud, que libera al hombre de la peor de las esclavitudes, la esclavitud a uno mismo, al propio ombligo. Mientras uno no se libra de ella es imposible crecer, se queda uno enano. Lo que no se da se pierde, y el ser humano solo crece cuando se autotrasciende, cuando sale de la posición ombligocéntrica.
Es muy necesaria la lectura de este libro que no puede ser rápida como intentando buscar una respuesta para huir del fango en el contexto actual. Necesita reflexión para poder argumentar y para poder llenar los pensamientos de conceptos y principios éticos. José María Barrio Maestre es un buen amigo desde hace muchos años cuando se iniciaba de forma asombrosa en estas lides. Con lo cual voy a reflejar su figura con una síntesis de la web de la Complutense: Doctor en Filosofía con Premio Extraordinario y Profesor Titular de la Universidad Complutense de Madrid. Amplió estudios en la de Münster (Alemania) y Viena. Pertenece también al extinto Cuerpo de Profesores Agregados de Bachillerato. Ha publicado 38 libros, más de 60 colaboraciones en obras colectivas y más de un centenar de artículos en revistas especializadas en temas filosóficos y educativos.
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