Bolloré, Michel-Yves; Bonnassies, Olivier( 2024): Dios – La ciencia – Las pruebas: El albor de una revolución . Editorial Funambulista.
Tuve ocasión de leer este libro hace unos meses. Me dejó impresionado, ya que no conocía a fondo los hechos que los autores del libro denominan como novela negra del Big Bang. Pero lo veremos más adelante. El título del post sugiere, entre otras cuestiones, que en temas científicos, aparentemente neutrales, se introducen pasiones y puntos de vista emocionales aunque se esté hablando de la extinción de los dinosaurios o de problemas semejantes. Sin embargo, si los temas científicos se presentan trufados por cuestiones políticas -calentamiento climático, nuclear sí o no- la inteligencia se vuelve pasional. La discusión científica se pone al servicio de intereses ideológicos contra cualquier evidencia que indique lo contrario. En este libro se está hablando de las pruebas de la existencia de Dios. O sea que desprecio, odio y violencia irán contra argumentaciones lógicas, científicas, demostrables y comprobables. Como le decía una alumna universitaria a un profesor de filosofía cuando éste argumentaba sobre la inviolabilidad de la vida de los no nacidos: tiene razón en lo que dice pero no lo quiero creer. Pura irracionalidad y pura emotividad presentista. ¿Qué puede hacer un profesor de filosofía ante semejante respuesta? Le aconsejo situarse y adaptar su didáctica -que no sus principios- ante la nueva realidad emotivista de muchos jóvenes y no tan jóvenes en 2024. El libro es apasionante, pero en algunos capítulos necesita un esfuerzo suplementario del lector. Aunque las aclaraciones a posibles dudas y los glosarios son muy completos. En un momento dado, el universo empezó de manera precisa y explosiva, pero -como dice Miguel Ángel Pelacho en una reseña del libro- el Big Bang no prueba el origen del universo, ya que el inicio del universo no puede ser demostrado partiendo del universo mismo. El método científico no puede ir más allá de los conceptos físicos (materia-energía, espacio-tiempo) para explicar cuándo comienzan a surgir (https://www.aceprensa.com/resenas-libros/dios-la-ciencia-las-pruebas/). La explicación detallada del Big Bang y otras pruebas cosmológicas recientes son las claves de este ensayo: La física del siglo XX, como un río en plena crecida, ha desbordado su cauce para chocar con la metafísica. De esta colisión surgieron elementos que muestran la necesidad de una inteligencia creadora. Estas nuevas teorías enardecen desde hace casi un siglo las disputas de los científicos. Es ante todo esa historia la que queremos contar en este libro.
Aunque parezca mentira, muchos científicos perdieron su vida por encontrarse con que el Big Bang era una realidad irrebatible. Un auténtico true crime protagonizado por soviets y nazis que vamos a sintetizar brevemente. Empezaron los soviets. Parecía que Dios había muerto según Nietzsche pero no estaban muy seguros, aunque la doctrina oficial dijera que la materia es eterna y no convenía darle más vueltas al asunto. Sin embargo… El físico austríaco Boltzmann demostró que el universo no es eterno sino que tendrá una muerte térmica. El siguiente nombre propio es Alexander Friedmann, matemático, que fue el primero en descubrir que el universo es dinámico. Está en expansión. Pero sus compañeros afiliados al partido comunista empezaron a posicionarse en su contra.Por entonces Einstein escribe: El señor Krutkoff y una carta del señor Friedmann me convencieron, mi objeción se basaba en un error de cálculo. Reconozco los resultados del señor Friedmann como correctos. Aportan un nuevo enfoque. Einstein reconocía como ciertos los hallazgos de Friedman. Esta conclusión se empieza a expandir. Como consecuencia los bolcheviques se ponen a luchar contra la razón a base de violencia. Dios no existe, no ha creado nada y los científicos que digan lo contrario han de ser eliminados. Algunos de estos científicos son los siguientes: Innokenti Balanovski (1885-1937) encarcelado, luego, fusilado; Evgueni Perepelkine (1906-1938) encarcelado, luego, fusilado; Vsevolod Frederiks (1885-1944) muerto tras 6 años de Gulag; Lev Landau (1908-1968) encarcelado, torturado, luego rehabilitado, Premio Nobel 1962; Vladímir Fock (1898-1974) encarcelado;Matvéi Bronstein (1906-1938) torturado y fusilado; Maximilian Musselius (1884-1938), Dimitri Eropkine (1908-1938), Boris Númerov (1891-1941) encarcelados durante 10 años, luego fusilados; Nikolái Kózyrev (1908-1983) deportado al Gulag y condenado a muerte; Leonid Plyushch (1939-2015) encarcelado en un hospital psiquiátrico; George Gamow (1904-1968) y Jacob Tamarkin (1888-1945) escapan huyendo a los Estados Unidos.
Allí se encontraban ya los científicos alemanes Albert Einstein (1879-1955), Max Born (1882-1970) y Otto Stern (1888-1969). En el libro se relata, por increíble que parezca, la terrible historia de estos científicos, uno por uno, que desarrollaban su ciencia sin pretensiones políticas ni ideológicas. En 1980 Sájarov es arrestado, pero acabará siendo liberado por Gorbachov: La novela negra tuvo sus héroes y sus verdugos, sus sorpresas y sus dolorosas peripecias. Como ocurre en las novelas de Dostoievski, se puede leer entre las líneas las dudas y los desgarramientos interiores que suscitó en los estudiosos la fe en ese fenómeno científico.
¿Y con los nazis qué pasó? Como se cuenta en el libro, primero se empieza con problemas administrativos y procesales. Hasta que Hitler declara la guerra a Dios y a todo el que sostenga que la materia no es eterna. Einstein empieza a resultar sospechoso (premio Nobel 1922). Por supuesto los problemas científicos eran mucho más preocupantes para los nazis si provenían de científicos judíos. En una cafetería Einstein recibe, tras una pedrada que rompe los cristales, el siguiente mensaje: «¡Te vamos a despellejar, judío inmundo!». La primera etapa de Hitler en este aspecto es liberar Alemania cuanto antes de la ciencia judía. Los libros de Einstein se tiran y se queman. Parece conveniente decir que muchos científicos -algunos con teorías peregrinas- se ponen a favor de Hitler y su limpieza etnocientifica. Max Plank intenta convencer con argumentos a Hitler que le responde airadamente: ¡La ciencia judía pervierte las ideas sobre el Universo y trata de avalar la idea de que no existe desde siempre!.
La represión es espectacular al ser mezclada con el holocausto. La pureza científica aria hace exclamar a Hitler: «¡nuestro reinado a la cabeza del Universo no terminará jamás!». Algunos nombres, como ya se ha comentado supra, Otto Stern, Max Born, junto a otros muchos se encuentran fuera de Alemania. En 1936 la represión anticientífica nazi se vuelve cada vez más brutal, como es el caso del matemático Hausdorf. La retirada de pasaportes hace imposible salir de la Alemania nazi: Esos ejemplos funestos están lejos de limitarse a algunas víctimas aisladas: decenas de científicos brillantes fueron eliminados sin piedad alguna. Se trata de una empresa sistemática de destrucción que, más allá de los hombres, tenía como objetivo erradicar sus ideas.
Una vez que caen la Unión Soviética y la Alemania nazi, puede pensarse que las teorías sobre el Big Bang se desarrollan con normalidad y tranquilidad. Sin embargo, tras la segunda guerra mundial no fue así: Las acciones contra el principio de una creación que marca un comienzo del Universo según un mecanismo trascendente son mucho más insidiosas, casi invisibles. Pero no son menos feroces para con los padres fundadores. Por ejemplo el físico -a la sazón marxista- David Bohm sobre los partidarios del Big Bang dice: «unos traidores a la ciencia que rechazan la verdad científica para obtener conclusiones conformes con la Iglesia católica». Penzias y Wilson en 1964 descubren la radiación física de fondo: de nuevo el Big Bang. Los autores del libro se preguntan sobre qué sucede ahora en el XXI sobre el tema: El Big Bang, el acontecimiento más semejante a un cataclismo que podamos imaginar, si se lo analiza detenidamente, aparece como finamente orquestado», dirá, como ya lo hemos visto, George Smoot, premio Nobel de Física 2006. A continuación se explican los ajustes que se fundan en cerca de veinte valores numéricos.
El libro hay que leérselo. Estas son algunas de las conclusiones: el materialismo es una creencia irracional, las pruebas de la existencia de Dios son numerosas y pueden ser confrontadas con el universo real; las pruebas provienen de varios campos del conocimiento y, por último, los que sostuvieron las pruebas fueron perseguidos.
.
Deja una respuesta