El poder oculto de las palabras: cómo la manipulación del lenguaje amenaza la libertad.

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Al empezar a escribir dudé en dedicar esta entrada al asesinato de Charlie Kirk en Utah. Pienso que poco se puede añadir a esta sinrazón asesina que refleja la polarización de nuestro tiempo. Sí parece necesario precisar dos hechos graves e importantes:

  1. Que haya quienes justifiquen un crimen por razones ideológicas, como si las ideas dieran derecho a matar.  Todavía más inquietante es que estos hechos suceden en un entorno universitario. Salvador Bernal ofrece estas cifras: Ciertamente, los datos son inquietantes, como vienen reflejando los informes anuales elaborados por la fundación americana FIRE. La última encuesta, sobre diversos aspectos de esa libertad, se dirigió a más de 68.000 estudiantes de 257 universidades. A la pregunta sobre el uso de la violencia para detener un discurso en el campus, uno de cada tres lo considera aceptable: afortunadamente, sólo el 2% siempre; el 13% a veces; el 19% raramente. Impedir la asistencia a los actos, es aceptable para el 54% (3% siempre; 19% a veces; 32% raramente). Como declaró el investigador principal, “no es un problema liberal ni conservador; es un problema estadounidense”, porque los porcentajes son semejantes en ambas tendencias partidistas.
  2. Que algunos actores políticos utilicen o estén utilizando la tragedia como instrumento para reforzar su propio relato.

Ese camino, el de justificar la violencia o manipular la muerte para beneficio propio, es el trayecto más corto hacia la tiranía. Como sigue diciendo Bernal: Esta polarización es reflejo de una profunda división social, con el agravante de que el déficit de apertura y capacidad de análisis y crítica dentro del alma mater agravará los problemas en el futuro. De ahí la reacción positiva a favor del diálogo intelectual que va avanzando en muchos campus, en la estela de la declaración de Chicago de 2015, como reflejan los informes de FIRE.

Muy inquietante es, pues, la situación de Turquía con el deterioro de la independencia juldicial -el encarcelamiento de Ekrem Imamoglu, alcalde de Estambul-. y también la situación de Francia con una serie de crisis políticas desde que Emmanuel Macron no obtuvo la mayoría absoluta en 2022. Bernal no atribuye el problema al sistema electoral sino a una tripolarización de partidos que impide cualquier acuerdo. Hay momentos en la historia política actual en los cuales se hace necesario buscar un compromiso para la convivencia democrática: un gobierno de coalición. El ejemplo de Alemania, Noruega e Italia son modelos a seguir.

Charlie Kirk

La manipulación y la violencia verbal

La descalificación radical del contrario -sigue diciendo Bernal- junto con la violencia verbal contribuyen -entre otras cuestiones- a que se no den solución a los problemas importantes de los ciudadanos en el parlamento español.

La manipulación del ser humano mediante el lenguaje es quizá una de las formas más demoledoras de engaño. Sus derivados —la manipulación informativa, publicitaria o psicológica— persiguen un mismo fin: reducir a las personas a objetos, a seres manejables.

El filósofo López Quintás lo expresa con precisión: Ser sádico no significa ser cruel, como a menudo se piensa. Implica tratar a una persona de tal manera que se la rebaja de condición.

El manipulador busca convencernos sin explicar, sin razonar, apelando únicamente a emociones, clichés o frases prefabricadas. Lo comprobamos en cierta publicidad, en campañas electorales y especialmente en los mensajes de cualquier ideología que intente imponerse sin diálogo. Su objetivo es anular la inteligencia y la libertad individual, para que las decisiones parezcan propias… pero que no lo sean.


La masa y el poder

Una masa, desprovista de cohesión interna, es terreno fértil para la manipulación. Quintás advierte sobre el tema: La primera preocupación de todo tirano —tanto en dictaduras como en democracias— es privar a las gentes de capacidad creativa en la mayor medida posible. Tal despojo se lleva a cabo mediante las tácticas de persuasión dolosa que moviliza la manipulación.

En las dictaduras se suele prometer eficacia, aun a costa de las libertades; en las democracias degeneradas se ofrece libertad absoluta, aunque sea a costa de la eficacia. En ambos casos, las palabras -y también los hechos- se manipulan para justificar el poder.


Manipulación sin colores

En el libro Así hablan los nazis, de Pere Bonnin, se analiza cómo el nacionalsocialismo basó gran parte de su poder en la manipulación lingüística: eufemismos, tautologías y frases vacías que ocultaban la brutalidad de su régimen. Igual que hizo Stalin durante su mandato.


Palabras talismán

El lenguaje no es neutro. En cada época, ciertas palabras se convierten en “talismán”: términos prestigiosos que nadie osa cuestionar. Una las palabras talismán por excelencia es libertad. Todo lo que se asocie a ella queda automáticamente dignificado; lo que se oponga, desprestigiado.

El manipulador aprovecha este poder. Introduce términos talismán en su discurso: el público, intimidado, renuncia a su espíritu crítico.


La ideología de género como ejemplo

La llamada “ideología de género” representa otro caso de manipulación lingüística. Parte de la premisa de que las diferencias entre hombre y mujer son construcciones sociales, no realidades naturales. De esta ideología se derivan cambios en el lenguaje, en la noción de familia y en instituciones como el matrimonio, cuyo significado se diluye para ajustarse a los nuevos cánones ideológicos.

Se sigue la dicotomía lingüistica de Ferdinand de Saussure -significante +signicado=palabra- pero para destruirla: que los vocablos dejen de tener significado, que se conviertan en meros significantes vacíos a los que se puede asignar cualquier contenido.


El riesgo actual

Creemos vivir en la época más libre de la historia, pero en realidad estamos dominados por la demagogia y el populismo. McLuhan lo anticipó: El medio es el mensaje: no se dice algo porque sea verdad; es tomado como verdad porque se dice.

Lo ha dicho la radio.

Rescatar la verdad

López Quintás nos advierte en La revolución oculta que la manipulación del lenguaje busca rebajar al ser humano, reducir la libertad a mera maniobra y vaciar de sentido las experiencias humanas más profundas. Tal y como concluye Bernal:  Está en juego la pervivencia de la democracia representativa, asediada también desde oriente. Alain Juppé recordaba hace poco algunos síntomas, no exclusivos de Francia: la sensación de que votar no sirve para nada, el declive de los grandes partidos de gobierno, la pésima reputación de los políticos, el culto a los fuertes o el cuestionamiento de los principios fundamentales. De ahí el auge de los populismos…, que no son “atención prestada al pueblo, sino decirle lo que quiere oír, aunque sepamos que no es justo”.

Palabras inquietantes, sin duda, que nos sirven de advertencia ante la degradación producida por los populismos polarizadores.

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