El “Me Too” y la castidad masculina

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El titulo de esta entrada responde a diversas reflexiones realizadas por Louise Perry en su libro The Case Against the Sexual Revolution: A New Guide to Sex in the 21st Century (2022) sobre la revolución sexual feminista . Según Perry el feminismo liberal parte del derecho de las mujeres a elegir o decir que sí eligiendo y consintiendo. El cambio de perspectiva feminista de Perry -según cuenta Ana Zarzalejos Vicens– se produjo cuando trabajó en un centro que atendía victimas de la violación. La revolución sexual no aportaba soluciones: Perry, asegura ella misma, no es religiosa ni provida. Tampoco tiene nostalgia por el mundo previo a la revolución sexual, pero sí que quiere responder de verdad a una pregunta: ¿ qué quieren en verdad las mujeres y qué es lo mejor para su bienestar?

Louise Perry tiene 33 años. Es periodista en el Daily Mail y columnista del New Statesman (sobre política y cultura desde 1915 ). Titulada en Oxford, es especialista en política sexual.

La revolución sexual y sus límites

La clave consiste -de forma evidente- en que el hombre y la mujer tienen diferente biología, diferente psicología y diferente sexualidad. No son un constructo cultural. Según recoge Zarzalejos: La conclusión de la escritora es que las mujeres, en general, prefieren relaciones estables, comprometidas y en las que el sexo tenga también un significado emocional y afectivo. Sin embargo, la revolución sexual popularizó la idea de que lo único que detenía a las mujeres de una sexualidad tan libre como la masculina era el miedo a quedar embarazada. “Así, a finales de los años 60, llegó al mundo una criatura totalmente nueva: la joven aparentemente fértil, cuya fertilidad había quedado en suspenso. Ella lo cambió todo”, explica Perry, hablando de la llegada de la contracepción. La relación sexual se vende como algo solo limitado por el deseo. Pero según Perry la relación sexual necesita tomarse en serio por las mujeres -también por los hombres-. De hecho, en este marco, Perry propone una relectura del movimiento “Me Too”: “Esta avalancha de rabia y dolor era la prueba palpable de una cultura sexual que no funcionaba satisfactoriamente para las mujeres. Las historias que surgieron del “Me Too” incluían muchos comportamientos inequívocamente delictivos, pero también había muchas mujeres que describían encuentros sexuales que eran técnicamente consentidos, pero que, sin embargo, las dejaban sintiéndose terriblemente mal porque se les pedía que trataran como algo sin significado algo que para ellas era importante”. El consentimiento -una especie solo sí es sí del que en España somos unos expertos- no es suficiente para solucionar el tema. El consentimiento es demasiado frágil y vulnerable e incluso no resulta del todo libre: “De ahí deriva la falsa creencia de que las mujeres siguen sufriendo solo porque el proyecto de liberación sexual de los años 60 está inacabado, y no porque siempre ha sido inherentemente defectuoso. Así, recetan más y más libertad y se sorprenden continuamente cuando su receta no cura la enfermedad”.

Los Angeles Times: “Aunque no se den cuenta, el otro objetivo de las feministas del movimiento #MeToo es el ‘sexo, drogas y rock ‘n’ roll’”( Kay S. Hymowitz). El artículo es de 2018.

2025: Erika Bachiochi y la recuperación de una visión perdida

En este contexto contemporáneo, Ana Zarzalejos entrevista a Erika Bachiochi que ya había empezado a estudiar -profundamente estos temas- cuando ya se había publicado el libro de Perry en 2022. Bachiochi, feminista a carta cabal, considera que el aborto es lo más contrario al feminismo tras un profundo análisis de esta cuestión. Es profesora de pensamiento político en la Universidad de Arizona y directora de la Mercy Otis Warren Initiative for Women in Civic Life and Thought. En fin, se nos acabaría esta entrada si seguimos exponiendo su currículo. Aceptar el aborto es, según Bachiochi, una forma de violencia para las mujeres. Es necesario demostrar cómo las propuestas modernistas empeoran las preocupaciones femeninas. La entrevista de Zarzalejos a Bachiochi tiene como motivo la publicación de un interesante libro titulado Recuperar una visión perdida. Los derechos de las mujeres en Estados Unidos.

Como resume Zarzalejos: En el discurso de Bachiochi hay una incansable búsqueda de la verdad con toda la complejidad que esta suele entrañar. Rechaza los dogmas que encierran a hombres y mujeres en roles rígidos y aboga más por hablar de vocación y responsabilidad compartidas hacia lo que considera que debería ser la prioridad principal de cualquier ser humano: la familia y el servicio al bien común. Tampoco es amiga de la modernidad líquida, que destruye cualquier sentido de identidad recibida y reivindica una autodeterminación permanente, sin asideros y sin raíces, despojando a las personas del marco moral que permite la buena vida. Su pensamiento, en un primer momento, era antirreligioso. Su madre se había divorciado tres veces. Dos amigos suyos se suicidaron. Y con 17 años pasó por Alcohólicos Anónimos. Con esta experiencia aprendió a interesarse en cuestiones espirituales. Aristóteles, Platón y algunos pensadores cristianos hicieron el resto. [“Y eso sigue siendo lo que más me interesa. Creo que el problema de la filosofía moderna es que es a veces tan analítica que se pierde la realidad”].

Erika Bachiochi en Ethics and Public Policy Center (EPPC) 

Wollstonecraft, “Me Too” y las amenazas actuales

En una de sus respuestas a la pregunta de Zarzalejos ¿Puede su pensamiento responder a necesidades actuales? [se refiere a la profesora Wollstonecraft]:— Sí, es interesante porque el movimiento “Me Too” tiene que ver con la castidad masculina, aunque no sepan que es así. Wollstonecraft también habla de cómo la prostitución desmantela la cultura sexual porque esa disponibilidad sexual permite que los hombres tengan un deseo fácil que luego destruye la experiencia del sexo para todos los demás. Si habláramos de la pornografía del siglo XXI, ella diría algo similar. Hay mucho conocimiento en Wollstonecraft que es útil hoy. Esto es porque entendió muy bien que para que el ser humano, sea hombre o mujer, esté completamente integrado, necesita de las virtudes. […] — ¿Cuáles piensas que son las mayores amenazas para las mujeres hoy?: — Hay amenazas perennes: vulnerabilidad física, enfermedad, presión asimétrica sobre la reproducción, violencia sexual, responsabilidad sobre los hijos. Todo esto hace que las mujeres sean perennemente vulnerables. Además, la sociedad actual, muy explotadora y consumista, transforma nuestros cuerpos en objetos de consumo. La pornografía, la prostitución y la gestación subrogada son manifestaciones de ello.

La experiencia personal como punto de partida

Los razonamientos de Bachiochi están basados -además del profundo análisis de su pensamiento- en la experiencia personal del daño causado por la liberación sexual:  Eso me hizo abrirme a una tradición filosófica que ve el sexo de manera diferente. Me sentí muy atraída por el pensamiento católico sobre la visión moderna de las mujeres.[ Bachiochi es una madre de siete hijos de edades comprendidas entre los 23 y los 6 años, que lleva más de veinte años felizmente casada y que sabe lo cara que sale la factura de no darle a la familia el valor que tiene.]. Lo mejor, sin duda, es leer sus libros y, también, la entrevista completa de Ana Zarzalejos con el objeto de profundizar en una discusión que seguirá marcando el feminismo a lo largo del siglo XXI. O sea liberar a cada mujer de una liberación mal entendida.

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