La Gran Depresión de 1930 comenzó con una subida de aranceles de Estados Unidos.

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El profesor Juan José Toribio, en un reciente artículo sobre las subidas arancelarias de la nueva Administración Trump, comenta que le parecen una política innecesaria y torpe. En 1930 más de mil economistas americanos intentaron que la ley de aranceles aduaneros –Smoot-Hawley Tariff Act– con alzas entre el 40% y el 60% no se llevare a cabo.

Los obstáculos al libre comercio convirtieron lo que era una crisis financiera producida por el crack bursátil del 28, en una crisis económica absolutamente devastadora. En palabras del propio profesor Toribio: El comercio exterior estadounidense se redujo a la mitad y el PIB llegó a experimentar una contracción acumulada del 26%. El resto de los países adoptaron también políticas arancelarias de represalia, y la actividad económica global fue conducida al borde del colapso.

Para evitar que no se repitieran tales hechos se pusieron en marcha, una vez concluida la crisis, dos organismos supranacionales como son el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). En 2025, los economistas Phil Gramm y Lawrence Summers han escrito a Trump en el  The Wall Street Journal recordando estos sucesos y oponiéndose al uso de aranceles como herramienta general de política económica.

Como sigue diciendo Toribio: Es de suponer que esta nueva carta de 2025 suscite, por parte de los mejores economistas del país, una adhesión tan masiva como obtuvo su precedente de hace noventa y cinco años, y es de desear que obtenga mejores resultados que entonces. Como en aquella ocasión, los argumentos que en el documento se exponen tienen el rigor y la fuerza de un pensamiento académico bien elaborado, frente a la superficialidad del populismo político al uso, tan simplista como perjudicial. Conviene, pues, subrayar algunos puntos del contenido de esta nueva carta. La carta de estos dos economistas dice con claridad que el gran perjudicado será el propio Estados Unidos. los aranceles proteccionistas perjudican las actividades económicas más eficientes:  Se estimula, con ello, una reasignación de recursos (siempre escasos) que distorsiona los mercados, encarece los factores productivos, disminuye el output final y empobrece al país. Nótese que todo esto ocurre aunque los restantes países no eleven sus aranceles como represalia. Si lo hacen, los efectos negativos se multiplican, en perjuicio de todos según señala el profesor Toribio.

¿Cuáles son los motivos por los cuales Trump considera necesarias estas subidas arancelarias? El argumento central es la desindustrialización norteamérica como proceso derivado del proceso de globalización o más bien cabe decir de hiperglobalización. Los economistas Gramm y Summers demuestran con datos que la industrialización estadounidense está en la actualidad en máximos históricos. O sea que Estados Unidos no se desindustrializa, al contrario. Sus problemas son otros y por tanto necesitan otras soluciones.

Un segundo argumento de Trump se refiere al paro laboral. La subida de aranceles intentaría ser un remedio al haber más industria interior. Pero como bien señala el profesor Toribio: Ciertamente, el sector industrial (incluyendo manufacturas y construcción) empleaba cerca de 24 millones de trabajadores a principios de este siglo, mientras veinticinco años después ocupa a cuatro millones de personas menos. Pero esa reducción de empleo, junto con el aumento de producción, solo indica que la productividad de la industria ha aumentado de forma intensa en el período considerado, estimulada por una gran aportación de avances tecnológicos, en los que los Estados Unidos ocupan una posición de liderazgo. […] En lo profundo de los falsos argumentos (parciales y contradictorios) esgrimidos por quienes consideran que las tarifas aduaneras son una base para “make America great again” (MAGA), subsiste una absoluta falta de comprensión sobre el significado de la balanza de pagos, las causas que pueden motivar su déficit, y la relación de todo ello con el crecimiento económico. Los problemas del enorme déficit externo de Estados Unidos no se deben a sus relaciones comerciales con otros países. Más bien se producen ante la falta ahorro por parte del gobierno, por parte de las familias y, en general, por parte del conjunto empresarial norteamericano. O sea que es necesario contener el gasto interno excesivo con medidas internas de ajuste.

Finalmente Juan José Toribio señala la posibilidad de un posible desarrollo optimista. Con la subida de aranceles y con la guerra comercial subsiguiente, puede verse aumentada -como posible refugio- la aportación de fondos extranjeros, de tal manera que se equilibre el déficit interior con el exterior: Desde este punto de vista, el déficit exterior se debe a la fuerte entrada de ahorro extranjero, y la cuestión es por qué tanto capital foráneo se dirige precisamente hacia los Estados Unidos, con preferencia a otros destinos. Sin duda, ese capital encuentra en territorio norteamericano la acogida, la rentabilidad y la seguridad que busca, a un nivel que ninguna otra economía proporciona. Bajo esta perspectiva, el déficit exterior reflejaría un marco económico muy favorable al crecimiento y no un problema inmediato. Menos aún, cuando se tiene la moneda de reserva mundial (el dólar) y cuando la pretendida “solución” se invoca como excusa para distorsionar los mercados. Pero para cuando se haya producido esta situación, mucha gente habrá sufrido inútilmente y no precisamente habrán sido aquellos que buscan refugios tranquilos para sus inversiones.

He tenido la ocasión de escuchar numerosas veces al profesor Toribio impartiendo clases en el IESE. Clases, conferencias, intervenciones en coloquios que han sido absolutamente magistrales por su sencillez, claridad y profundidad. Los análisis siempre resultaban acertados al igual que sus previsiones certeras. Quiénes le oíamos éramos capaces de entender algunos problemas complejos del sistema económico para a su vez poder transmitirlos a otras personas. Además tuve la suerte de compartir algunas proyectos con él, recibiendo, con gran generosidad, sus criterios, sus consejos y su amistad. Con todo lo cual creo que hay que tomar buena nota de todo lo dicho supra por Juan José Toribio.

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