Han pasado cien años desde la muerte de Lenin,Kafka,Conrad y Puccini.

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Cien años son pocos o son muchos dependiendo de la referencia del personaje del centenario o bien del suceso histórico que se recuerde. Pero siempre es un primer hito para recordar y revivir. Lo que pasó hace cien años sirve, como todo lo histórico para comprender y entender mejor el presente y resituar la identidad. La influencia cultural, histórica y artística de los cuatro personajes mencionados en el encabezamiento de esta entrada ha dejado una profunda huella en este -casi- cuarto de siglo de 2024. Se sigue empleando, cada vez más, el adjetivo kafkiano para las pródigas situaciones angustiosas, absurdas e incomprensibles que nos ofrece la realidad actual. Recuerdo que al principio de los años setenta me pidieron para la Escuela Nacional de Administración Pública una antología de textos literarios relacionados con la administración. Uno de los autores más importantes antologados fue Franz Kafka (Praga,1883-1924) a través de dos de sus novelas más apasionantes: El Proceso y El Castillo. En el caso de El Proceso (1925) las complicaciones administrativas se mezclan con las judiciales: La historia sigue la vida de Josef K., un hombre común que trabaja en un banco, quien una mañana es arrestado sin saber los cargos que pesan en su contra. Aunque prontamente es puesto en libertad, queda cautivo bajo la sombra constante de un proceso judicial cuya comprensión se le escapa. El libro se adentra en el laberinto burocrático y legal al que Josef K. se enfrenta en su intento por comprender y defender su caso. Las interacciones de K. con los personajes del sistema judicial revelan una burocracia enredada y a menudo carente de todo sentido. En su búsqueda de claridad, visita el tribunal, donde encuentra una justicia inaccesible y confusa. Se da cuenta de que no solo es difícil entender la naturaleza de su acusación, sino que es prácticamente imposible.Se llevo al cine bajo la dirección de Orson Welles en 1962. El protagonista fue Anthony Perkins que borda el papel sin especial esfuerzo. Algunos puede decir que este argumento está de rabiosa actualidad en España.

Imagen de Anthony Perkins en El Proceso

Leninista, en cambio es un adjetivo descriptor para ideologías como el marxismo-leninismo todavía presente en la dirección de algunos países. No es frecuente recordar, a pesar de la fama, que fue Vladímir Ilich Ulianov alias Lenin (estuvo exiliado en Siberia cerca del río Lena) quién fundó el partido comunista en la unión soviética. Rusia ha celebrado este centenario sin demasiado entusiasmo. Sin embargo, el mausoleo donde está embalsamado Lenin sigue siendo uno de los sitios más visitados de Moscú. Recuerdo que Joaquín Garrigues, cuando fue ministro con Adolfo Suárez (1977-1979), en una visita al mausoleo de Lenin con otros políticos, se le ocurrió decir al entrar, en voz baja, que había visto a Lenin moverse , provocando una situación -risas apenas contenidas- que por poco no acaba en un conflicto diplomático. El resumen de la vida de Lenin puede ser el siguiente: Lenin vio la oportunidad de convertir la revolución antimonárquica de 1917 en una revolución socialista. Lideró la Revolución de Octubre, en la que los bolcheviques tomaron el poder y sustituyeron al Gobierno Provisional moderado por un gobierno de Comisarios del Pueblo. Durante la guerra civil (1919-1921), logró que el Ejército Rojo comunista derrotara al Movimiento Blanco de la oposición. Como líder del gobierno revolucionario, sentó las bases para el comunismo en Rusia y fundó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

Su muerte está perfectamente reflejada -nos referimos a lo que significó para la URSS- en el siguiente párrafo de las memorias de Andréi Gromyko (1909-1989) que fue un importante diplomático soviético: Nuestros profesores pronunciaron discursos, recordándonos lo que Lenin había hecho por nosotros y por todos los obreros y campesinos de Rusia. Los aldeanos no hablaban más que de la muerte de Lenin. Se preguntaban: «¿Qué pasará ahora? ¿Cómo vamos a vivir sin Lenin?» Creían que, como secretario del Komsomol [Unión Comunista de la Juventud ], yo podría decírselo. ¿Cómo iba a decírselo, si esperaba que alguien me lo dijera a mí? Recordé entonces algo que había escuchado alguna vez: «La revolución la realizaron Lenin y sus colaboradores.» Así pues, respondí: «Lenin ha muerto, pero sus colaboradores, el Partido, aún vive. Y nosotros viviremos con él».

De Joseph Conrad (Ucrania dentro del imperio ruso 1857- Inglaterra, 1924) nos quedan, además de la novelas magistrales El Agente secreto y Lord Jim, las palabras finales de la más famosa de sus novelas El corazón de las tinieblas que son un símbolo para definir toda guerra. Palabras que repite, en una de sus últimas interpretaciones el actor Marlon Brando en la película ambientada en la guerra de Vietnam Apocalypse Now (Francis Ford Coppola) pues está basada en la mencionada novela: el horror…el horror…

Marlon Brando en Apocalypse Now (1979) de F.F. Coppola

El cuarto es Giacomo Puccini (Lucca,1858- Bruselas,1924) un compositor que desde hace muchos años siempre tiene éxito con sus óperas, quizás el que no tuvieron en muchos de sus estrenos.

Giacomo Puccini

Como dice la revista Ópera Actual: Cuando un neófito interesado en el mundo de la ópera le pregunta a un melómano por títulos ideales para iniciarse en el género, la respuesta es automática: Bohème, Tosca, Butterfly, Turandot… Porque Puccini siempre conquista, siempre triunfa. Fallecido poco antes de cumplir 66 años el 29 de noviembre de 1924, es uno de los operistas que más rápido llegan al corazón del público, ya que su concepción del teatro musical está cargada de verdad, la misma que emana de sus inmortales personajes. Las obras de Puccini consiguen un aura romántica que llega hasta las generaciones más jóvenes un siglo después de su muerte: Las Arias más destacadas de Puccini nos llevan en un viaje emocional desde la pasión arrebatadora hasta la melancolía absoluta. Obras maestras como Nessun Dorma de Turandot y O mio babbino caro de Gianni Schicchi, nos sumergen en la intensidad de los sentimientos humanos. La música de Puccini nos transporta a un mundo lleno de amor, tragedia y emociones profundas, dejándonos cautivados por su genialidad compositiva.

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