La estrategia electoral de Kamala Harris parece que no puede tener excesivas variantes antes del 5 de noviembre: No me confundan por favor con Joe Biden. Yo he sido vicepresidenta y ahora soy candidata y mi planteamiento es distinto. En primer lugar, si no me votan a mí ganará Trump y eso no puede suceder. Yo tengo claro que quiero la libertad para mi país. En los setenta días que tengo de campaña, estoy repitiendo que quiero hacer algo nuevo: lo mío es todo nuevo, un camino nuevo y bastante diferente del todavía presidente Biden. Mis medidas más importantes serán económicas pero no conviene confundir con la justicia social, pues está siendo best seller el libro de Thomas Sowell: Falacias de la justicia social.
Quiero que los precios bajen y aumentar la seguridad económica de todos los estadounidenses. No sé cómo voy a hacerlo -la deuda está en su máximo histórico: 34.5 billones de dólares- pero esa es mi intención. Lo genuinamente mío es estar a favor del aborto de forma radical y he luchado por ello incluso cuando era fiscal general de California (caso David Delaiden). También por todos los derechos LGTB Q+ aunque el presidente Biden nunca haya conseguido deletrear estas siglas en un discurso. A los emigrantes les digo que es mejor que no vengan -pero han venido casi el doble que con Trump: 300 000-. Sobre política exterior no quiero hablar con claridad todavía. Ucrania ya se sabe qué podemos hacer. Sobre Israel y Gaza tengo que estar un poco al margen de los postulados woke ante un escenario que está cambiando constantemente. Por tanto necesito ambigüedad. Pero peor lo van a tener mis compañeros wokistas con Trump aunque ahora se enfaden conmigo. Ya lo advertí en 2017: «Tenemos que permanecer woke. Sabes, todo el mundo necesita ser woke. Y tú puedes hablar de eso si tú eres el más woke de todos. Sólo mantente más woke que menos woke». Sobre lo que voy a hacer con China y con Irán tampoco es el momento de hablar. He dejado a Trump por los suelos pero me tengo que ganar todavía a los indecisos. Soy algo más, sustituyendo a Biden, que una mera solución antiTrump.
Sobre ecología no voy a decir tampoco mucho. Me remito a estos cuatro años pasados. Por supuesto no soy católica como el presidente Biden ¡Menudo lío! Intento no caer en ninguna polarización si no está Trump por medio. La sonrisa es para mí un arma defensiva y a la vez ofensiva.
No quiero moverme de la imagen que la CNN tiene de mí: Kamala Harris es la primera mujer en la historia de Estados Unidos en ocupar el cargo de vicepresidenta. Fue la primera mujer negra y sudasiática estadounidense elegida para un cargo nacional por un partido político importante, cuando Joe Biden la nombró como su compañera de fórmula para las elecciones de 2020. Ahora, sería la aspirante demócrata tras el retiro del presidente Joe Biden, quien anunció el respaldo a Harris. Kamala Harris, de 59 años, ha pasado su carrera rompiendo barreras. En California, fue la primera mujer, y la primera mujer negra, en ocupar el cargo de máxima autoridad policial del estado: fiscal. Fue la primera mujer negra de California en ocupar un puesto en el Senado de Estados Unidos, y la segunda de cualquier estado, después de Carol Moseley Braun de Illinois. Harris es también la primera persona de ascendencia india en aparecer en una candidatura presidencial.
Cuando había que elegir entre Biden y Trump estábamos inmersos en una auténtica tragedia griega: ganara quien ganara. Salvo excepciones, las tragedias suelen acabar mal para los protagonistas. Sin embargo, las tragedias solían presentar en sus argumentos conflictos universales. En el caso de estas elecciones el conflicto colateral es para los europeos.Pase lo que pase. No conviene olvidar que continuar perseverando en la política woke es deslizarse poco a poco hacia el islamowokismo. Esta deriva será mortal para las democracias occidentales y para toda su cultura. Se pueden leer algunos análisis de estas afirmaciones en algunas Entradas de este blog. Por ejemplo, la-democracia-muere-en-la-oscuridad-the-washington- o Wokismo y fundamentalismo islámico o también ser de izquierdas no es ser woke.
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