El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada (Valle-Inclán)

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El 30 del pasado mes de junio se cumplieron cien años de la publicación de la obra teatral Luces de bohemia. Entre el 31 de julio y el 23 de octubre de 1920 vio la luz por entregas semanales en la revista España, fundada por Ortega y Gasset en 1915. En 1924 se publicó en forma de libro añadiendo tres escenas más, quince en total. El hecho de que no se publicara completa en España se debe al socialista Luis Araquistaín director de España que aconsejó a Valle-Inclán prescindir de tres escenas (¿prudencia?) para la edición en la revista.

La primera escena suprimida -la segunda en la edición definitiva- se desarrolla en la librería de Zaratustra que engaña a Max Estrella, compinchado con Don Latino de Hispalis -presentado junto con otros personajes de forma esperpéntica mediante recursos lingüísticos degradantes como son la animalización (perros, cerdos), cosificación (fantoches) y muñequización (peleles)- al no darle más dinero por el empeño de dos valiosos libros empeñados el día anterior. En esta escena aparece Peregrino Gay que acaba de llegar de Londres. La conversación gira hacia la comparación de España e Inglaterra. También aparecerán, en otras escenas, escritores modernistas epígonos del Modernismo como Dorio de Gádex, Rafael de los Vélez y otros, junto a Rubén Darío y el Marqués de Bradomín (personaje de ficción que protagoniza las Sonatas y, en cierto modo, es un alter ego del autor). En una de las acotaciones de esta escena se dice un reten de polizones pasa con un hombre maniatado. Puede ser el anarquista catalán Mateo que más tarde aparece en la escena VI al coincidir en los calabozos de la Puerta del Sol (Ministerio de la Gobernación) con Max Estrella. Ricardo Baroja y Valle-Inclán habían conocido al anarquista Mateo Morral un mes antes de haber arrojado una bomba en el cortejo nupcial de Alfonso XIII (1906). Los sucesos de la Semana Trágica (1909) también suenan de fondo trasladados a 1920 (https://www.elespanol.com/cultura/20200730/socialista-araquistain-censuro-luces-bohemia/5089500): La circunstancia no es en puridad la de 1920 —-aunque también—, sino la de 1909, cuando muere Sawa y cuando se produce la Semana Trágica de Barcelona —25 de julio-2 de agosto—, no se olvide. Aunque en el 19 comience el pistolerismo en Cataluña…, y el 17 no haya sido de dulce, con las Juntas de Defensa, la Asamblea de Parlamentarios convocados en Barcelona por la Liga y la huelga general revolucionaria.

Atentado contra el cortejo nupcial

En la escena XI, la tercera censurada o autocensurada, se encuentran a una mujer llorando por la muerte de su hijo -una bala perdida- tras un enfrentamiento entre obreros y la policía. Max Estrella se encuentra horrorizado, más todavía cuando oye unos disparos que cree que son del fusilamiento del anarquista catalán Mateo: ley de fugas. La revolución rusa (1917) , la Semana Trágica (1909), la muerte en 1906 del escritor Alejandro Sawa (que inspira a Valle-Inclán el personaje de Max Estrella) son anacronismos que poco a poco se unen a la realidad española de 1920 a lo largo de las veinticuatro horas de la acción dramática. En 1920 suceden hechos políticos, especialmente electorales, parecidos a los vividos en los últimos años en España elecciones en 1918, 1919 y 1920. Tres veces hubo elecciones sin una mayoría amplia. La última fue en diciembre de 1920 que terminó con Eduardo Dato al frente del gobierno hasta su asesinato. Hay, sin embargo, una variación importante: las mujeres no votaron y no lo harán hasta 1933. Luces de bohemia no fue representada hasta 1963 en París con un éxito sin precedentes, pero con la intervención de la censura francesa, ya que se suprimió -otra vez desde la izquierda francesa- la escena XI (muerte del niño por una bala perdida y el fusilamiento de Mateo el anarquista catalán). En octubre de 1970, dirigida por el legendario José Tamayo, se estrenó en Valencia en el Teatro Principal con José María Rodero en el papel de Max Estrella. Intervinieron tres ministros franquistas para su estreno: Gabriel Arias Salgado, Manuel Fraga Iribarne y Alfredo Sánchez Bella. Arias Salgado y Fraga intentaron suprimir entre setecientas y mil palabras. Sánchez Bella, según cuenta Tamayo, autorizó la representación sin ninguna censura de la obra por primera vez. Tuve la ocasión de verla en Madrid en el Teatro Bellas Artes en 1971 con Carlos Lemos como Max Estrella y Agustín González como D. Latino.

En la España de entonces, Luces de Bohemia representaba dos cuestiones: una primera por contemplar una de las mejores obras de teatro de la literatura y una segunda por percibir, sentir cómo los espectadores recibían un segundo mensaje diferente. Por entonces, en cualquier recital de cantautores u obra teatral, incluso películas, los espectadores recibían por motivos diversos, en una atmósfera especial, un mensaje crítico más o menos explicito contra el régimen de Franco.

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Algunos críticos, en el momento de su publicación en1924, consideraron que era muy difícil para ser representada: cincuenta personajes y una estructura sin actos con una sucesión de quince escenas. Sin embargo, el análisis de la estructura manifiesta la perfecta guionización dramática de la obra. Es una experiencia única verla y también poder leerla para disfrutar de la calidad literaria de las acotaciones. Un auténtico prodigio de descripción que abre ante el lector las puertas de un escenario imaginario pintado con pinceladas literarias precisas de Valle-Inclán.

La escena XII, nunca censurada, es clave para la definición del esperpento. Una concatenación dialogada entre Max Estrella y D. Latino perfilan el esperpento. España es una deformación grotesca de la civilización occidental[…] Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato (calle Álvarez Gato) que en 1920 se encontraba una ferretería que tenía en parte de su escaparate unos espejos cóncavos y convexos que deformaban la figura de los viandantes. Las imágenes más bellas, en un espejo cóncavo, son absurdas[…]Deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable de España. El humor de Valle-Inclán hace soportable, mediante contrastes, la dureza de algunas escenas. El humor es un arma satírica para desmontar el cinismo de los malos gobernantes y de sus funcionarios serviles. Durante muchos años, como profesor de literatura española del siglo XX, tuve ocasión de explicar, analizar y sentir la emoción de los alumnos con Luces de Bohemia. Si se volviera a estrenar me pregunto ¿Cómo se entendería? No habría censura, pero nunca se sabe.

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