May 1, 2024 por JGP
LEÓN GROSS, Teodoro(2024): La muerte del periodismo: Cómo una política sin contrapoder degrada la democracia (Deusto)
El periodismo que ha muerto es aquel que intenta dar una información veraz, pero no puede hacerlo porque está siendo neutralizado por los poderes políticos y económicos. De tal manera se manifiesta esta situación que el periodismo no es capaz de ejercer el papel que le corresponde en una democracia. La consecuencia inmediata es un predominio supremacista del poder político: la balanza se inclina a su favor sin ningún tipo de contrapoder . La política, en esta deriva, se va alejando del buen gobierno; el periodismo no consigue credibilidad; la calidad democrática se desmorona . Estos son los temas centrales que aborda en su último libro el profesor y periodista Teodoro León Gross.
El análisis que realiza contiene abundantes ejemplos de hechos ocurridos, en España y en EE UU esencialmente, sobre este proceso de inter decadencia mutua entre periodismo y política. Una primera aproximación nos sitúa en un documentado recorrido histórico que comienza a partir de la crisis económica de 2008 y como consecuencia todo lo que vino después. Se destruyeron más doce mil empleos en España relacionados con el periodismo. Redacciones al mínimo que tuvieron que competir, entre otras cuestiones, contra nuevos hábitos de información.
Sin embargo, todavía algún periodista puede añorar una época dorada donde hubo sucesos míticos protagonizados por la prensa como contrapoder político: el Watergate, por ejemplo. Gross realiza este paseo narrativo preguntándose qué tiempos pueden ser los añorados . El relato, con cierta ironía, es una historia de la prensa, de forma especial de los últimos treinta y cinco años. El lector se encontrará sorprendido al recordar algunos de los hechos narrados que, todavía ahora, nos resultan muy difíciles de asimilar.
El periodismo se encuentra asentado sobre un modelo caduco, dentro de un periodo de transición del que todavía no se vislumbra la salida a la que dirigirse. La política, la más sectaria, se encuentra ante todo tipo de facilidades para conseguir sus propósitos de dominio sin sentirse seriamente acusada por los teóricos vigilantes. La polarización política destruye a la propia política y como dice Gross produce un periodismo débil. Como consecuencia, el problema para determinados políticos es que los periodistas y algunos medios donde ejercen su profesión son de uno de los bandos, por tanto el otro bando es el enemigo a abatir. Ya que este habita en la zona oscura que debería ser controlada, cancelada e incluso prohibida. El periodismo al servicio de los políticos genera incluso un tipo de política que se crea a sí misma para convertirse en real como noticia. Tal y como dice Gross: : Al cabo, «los medios de comunicación no sólo reflejan la política que tenemos; le dan forma, incluso la crean», como apunta Ezra Klein [1984, periodista estadounidense liberal]sobre esa impronta performativa.
Otra de las razones de la muerte del periodismo es su conversión como espectáculo diario con los políticos como actores principales. Lo que más vende, sin duda, es el escándalo político. Porque como dice Gross, lo que sucede en realidad, es que la realidad es cada vez más irrelevante. El poder político siempre gana, porque no puede haber un verdadero periodismo sin que se reflejen los hechos. El periodismo sin una información veraz está condenado a su autodestrucción y como consecuencia inmediata a la degradación progresiva de la democracia.
Otra cuestión que también señala Gross como otra autodestrucción progresiva, es la confusión entre cuestiones informativas de primer orden y de segundo. Casi o sin casi se utilizan noticias de la llamada prensa del corazón para convertirlas en debate político, jaleadas por medios periodísticos serios y hasta hace poco prestigiosos, utilizando primeras páginas sobre debates inanes. Inevitablemente el populismo (palabra del año en 2016 para Fundéu BBVA) hace insoportable la política y además hiere de muerte al periodismo.
Como sigue comentando más adelante Gross: los hechos son los hechos y no puede haber otros hechos alternativos. Pero la realidad es que una columna, en cualquier soporte informativo, está mejor remunerada que una corresponsalía en un frente de guerra. La política polarizada ha inspirado este periodismo de opinión, de trinchera, o polarizado. Tratar de confirmar los hechos(fact-checkers) puede, como también señala Gross, llegar a ser casi imposible por la carga partidista que incluso hay que verificar a los verificadores . Incluso el chequeo se ha convertido en un negocio ya que han crecido multiplicándose por cinco en los últimos años. Otra señal del deterioro periodístico . La realidad se conforma según la opinión, como señala Mario García de Castro(1964) : La actualidad ha dejado de ser un proceso informativo para ser un estado opinativo. Hoy la realidad se conforma a través de la opinión. El resultado es demoledor para el oficio de informar y para la calidad democrática de un país . A estos problemas, parece necesario añadir lo que Gross denomina periodismo de declaraciones que marca la agenda periodística desde la acción política. Apariencia informativa según la denominación de Gross. Y más todavía si se sigue una técnica goebbelsiana: de un lunes a un domingo se han producido tal cantidad de sucesos escandalosos que es difícil recordar un sábado qué es aquello terrible que ocurrió el lunes anterior. La comunicación política y sus correspondientes consultoras generan, sin contrabalanza, todo lo necesario para construir un político y su correspondiente imagen.
La posverdad supone para el periodismo tanto como decir que los hechos reales, con datos contrastados, tienen menor influencia que la verdad manipulada por las emociones dejando de ser la verdad. No solo es mentir sino manipular, orientar el sentido de los votos para conseguir unos determinados objetivos. No importa la verdad si es irrelevante como noticia.
En definitiva, el periodismo ha visto desdibujarse ese papel esencial de marcar la agenda informativa de la ciudadanía. Y ahí es donde más se hace patente la pérdida de importancia del periodismo al ser relegado a un papel irrelevante: Al cabo, no es una batalla entre la izquierda y la derecha, sino contra la charlatanería (bullshit). El acoso de las mentiras aunque parezca más leve llamarlas fake news es demoledor. El pesimismo opinativo y la visión negativa de la mayoría de las noticias es otro hecho corrosivo. Como dice Leila Guerreiro: Los temas amables casi no consiguen premios. En cambio, entusiasman las teorías conspirativas, las malas noticias y las noticias con sesgo pesimista. Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos (David McCullough 1933-2022) son unas buenas personas, respetuosas con la ley. Personas en las que se puede confiar. Pero no aparecen en las noticias. Son protagonistas de la intrahistoria pero nunca aparecerán en un libro de historia.
Uno de las capítulos más apasionantes de este libro es el dedicado a la necesidad ética para que el periodista busque la verdad y la dé a conocer, actuando con independencia y libertad. Sobre este tema concluye que la ética conecta al periodismo con la ciudadanía. El clickbait -usado de forma incorrecta para generar sensacionalismo (clic) o promesas imposibles de cumplir (clic)- trivializa el contenido y convierte a las redes sociales en un mercado falso, sin diálogo, con gritos exasperados de unos a otros. Y donde la credibilidad se ha disipado ante un conjunto de periodistas que parecen repetir el argumentario servido, sin canapés, desde la comunicación institucional de los partidos que, a su vez, conduce a pensar que todo está sustentado desde unos intereses creados sujetados por hilos invisibles. Finalmente, el libro concluye con una amplia reflexión sobre la IA que para el periodismo podría resumirse en lo siguiente: El periodismo robot o roboperiodismo, periodismo computacional, periodismo algorítmico, periodismo automatizado, periodismo artificial, son denominaciones que van acreditándose…, pero no parece haber un discurso crítico competente sobre su impacto en la sociedad y el periodismo.
No parece que los remedios puedan venir por ninguna de estas fuentes más o menos novedosas: Cuando la realidad se convierte en un asunto incómodo para el periodismo, definitivamente el periodismo se convierte en un asunto imposible. El político arrincona al periodista y el final es el debilitamiento progresivo de las democracias. Sin duda ver el film, recientemente estrenado, Civil War (trailer oficial en https://www.youtube.com/watch?v=aDyQxtg0V2w ) completa la necesidad de reaccionar ante la magnitud del problema antes de la distopía que refleja la película se convierta en realidad.
El libro de Gross rebosa documentación, erudición y capacidad de análisis. Se transita por sus páginas, muy bien escritas por cierto, descubriendo en cada capitulo aquellas razones, dieciocho en total, que han llevado al periodismo a esta situación. Es un diagnóstico para encontrar soluciones y para reaccionar: nada sencillo como puede comprobarse.
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